La sala 2 de la Kunshalle de Viena acoge esta interesante muestra comisariada por Sabine Folie en la que se dan cita algunos de los artistas que han venido trabajando en torno a la escultura en los últimos años, además de nombres de grandes artistas históricos como Medardo Rosso, cuya obra es clave para entender el argumento de esta exposición. Este no es otro que diseccionar las claves de la escultura contemporánea desde el ambiguo prisma que hoy en día es el realismo. Las obras aquí incluidas no tratan de representar la realidad sino que la cuestionan con un claro acento de escepticismo, una suerte de incertidumbre que aparece revestida de una apariencia grotesca. En la mayoría de los casos hablamos de una escultura que se caracteriza por su fragilidad y su precariedad, con materiales muchas veces delenables, incuestionablemente perecederos.

Uno de los grandes temas de la escultura tradicional es sin duda la figura humana. En la muestra encontramos buenos ejemplos del tratamiento del cuerpo por parte de los artistas y éste, en casi todos los casos, se nos presenta como un ente ambiguo, a caballo entre lo humano y la máquina o lo animal, hombres, en suma, en un estado paralelo de existencia. También podemos ver a seres humanos realizando alguna actividad o simplemente en ese extraño proceso de disolución de su propia identidad. Muchas de estas obras contienen un alto grado de ironía pero, a la vez, sumergen al espectador en una rara sensación de melancolía. Porque gran parte de los trabajos se mueven en ese estado de incertidumbre, una indeterminación que subraya la fragilidad de las cosas y que provoca en el espectador no sólo un sentimiento a veces exasperante sino también, en muchos casos, meláncolico. Esta sensación se acentúa por la palpable cercanía del fracaso, el fracaso de quedarse a una determinada distancia de la realidad, de no conseguir, siempre premeditadamente, representar la perfección de la realidad. Y no sólo una realidad resuelta en torno al tema del cuerpo sino al entorno del propio ser humano, los objetos cotidianos cotidianos que en todo momento lo rodean o la naturaleza en la que se desenvuelve. Además, podemos ver obras que se alejan, aparentemente del lenguaje escultórico para materializarse en fotografías o vídeos. Así, una de las claves la encontramos en la obra de Thomas Demand, cuyo "tableaux" del bosque, que se pudo ver en la galería Helga de Alvear la temporada pasada, alude a esa idea del trampantojo, de un mundo irreal. Otra obra paradigmática es la del artista vienés Franz West, uno de los grandes artistas austriacos, cuyo trabajo, bien conocido en España, juega con esa idea de indeterminación, ambigöedad y precariedad. Se puede ver también el trabajo de Fischli & Weiss con una secuencia fotográfica de su famoso vídeo que representa multitud de objetos encadenados y su perfecta cadencia rítmica, objetos pobres perfectamente sincronizados.