Arte internacional

Carsten Höller

12 octubre, 2006 02:00

Vista de la Sala de las Turbinas de la Tate Modern de Londres

Sala de las Turbinas. Tate Modern. Londres. Reino Unido. Hasta el 9 de abril de 2007www.tate.org.uk

Como todos los otoños desde hace siete años, la Sala de las Turbinas de la Tate Modern se convierte en centro de las miradas. Es el turno de Carsten Höller.

Carsten Höller es alemán nacido en Bélgica. Estudió en Kiel y ahora vive en Estocolmo (es marido de Miriam Backstrom) aunque se está construyendo una casa en Ghana para evitar los inviernos nórdicos. Una vida trepidante, como lo es también este proyecto (el séptimo de Unilever Series) de la Sala de las Turbinas, Test Site, recién inaugurado. Höller, uno de los artistas más aplaudidos internacionalmente, subraya el carácter mediático de estas Unilever Series que, desde sus inicios, se ha convertido en la gran perla del arte contemporáneo, el sueño de todo artista.

La Sala de la Turbinas tiene bien asumido ya desde hace algunos años su etiqueta de gran evento artístico. Es justo el punto intermedio entre un proyecto expositivo y una feria. Ahora que también se inaugura la feria Frieze, que en su tercera edición pretende consolidarse como la segunda feria del mundo, todas las miradas se dirigen a estos gigantescos toboganes de acero inoxidable que sesgan el aire del tremendo espacio de esta antigua central eléctrica. Se hace aquí cada vez más explícita la relación entre la actividad museística y la idea de entretenimiento. Si en 2003 Olafur Eliasson impuso un gran sol en su The Weather Project, con decenas de personas pasando la tarde, tumbadas al calor de esa ingente circunferencia amarilla, hoy pueden deslizarse por las larguísimas rampas de estos toboganes con los que se puede alcanzar una velocidad de hasta 48 kilómetros a la hora.

Lo cierto es que de este artista podíamos esperar de todo, aunque Höller ha venido realizando toboganes desde hace ya unos años. Uno de esos toboganes está situado en Berlín, en el KunstWerke. Estos toboganes que ahora presenta son mastodónticos y son, en sí mismos, una gran escultura muy atractiva formalmente. Höller ha insistido en esa idea de experiencia desde sus inicios como artista. No hay que olvidar que es médico de formación, con una tesis doctoral basada en la relación de los insectos a través de olor que desprenden ciertas plantas. Pero hacia 1994, a medida que su carrera como artista empezaba a despuntar, decidió dejar de lado la bata de investigador para saltar a las luces y los focos del circuito expositivo, un nuevo contexto en el que retoma algunas de los conceptos científicos que le acompañaron durante su formación.

Carsten Höller no es partidario de asociar los toboganes con los niños, los parques de atracciones o los campos de recreo de los colegios. Opta por utilizarlos para nuestra vida diaria. Dice que no dañan el medio ambiente y que introduce un punto de locura en nuestras vidas que puede resultar muy beneficioso. Actualmente tiene un proyecto para realizar toboganes en la Villa Olímpica de Londres 2012. También ha realizado un proyecto para el parlamento inglés. A través de varios de estos toboganes los parlamentarios podrían acceder directamente desde sus despachos hasta sus escaños. "Un tobogán -dice Höller- puede cambiar nuestra percepción del espacio y el tiempo. La estructura de nuestro cerebro está condicionada por ese vértigo y las cosas que están organizadas de una forma concreta pueden cambiar inesperadamente y ser experimentadas de otro modo".