Gavin Turk, uno de los artistas que dinamizaron la escena artística británica de los noventa, es objeto de una mid-career survey en el Magasin de Grenoble.

El trabajo de Gavin Turk gira alrededor de lo que significa ser artista, un tema recurrente entre los artistas de hoy. Nacido en un pueblo de las afueras de Londres, estudió en el prestigioso Royal Collage. Una de las anécdotas más populares es la de su suspenso en el proyecto de fin de carrera cuando situó, en una sala blanca inmaculada, una placa del patrimonio nacional británico, utilizada habitualmente para edificios históricos, que proclamaba la presencia del propio Turk en dicha escuela, en su condición de escultor, desde 1989 hasta 1991.
Parecía como si Turk se hubiese suicidado artísticamente antes incluso de empezar su carrera. A los jueces les debió parecer una tomadura de pelo, no así a Charles Saatchi, que compró la pieza. Corría el año 1991.

Gran parte del trabajo de Gavin Turk gira en torno a las ideas centrales que rodean al arte y a los artistas, esto es, la autenticidad, la autoría, la originalidad, el valor del objeto único... Esta exposición francesa, en la que se puede ver obra de los últimos quince años, muestra el lado más subversivo e irónico de Turk quien, cuando los Hirst, Lucas o Emin comenzaban a venderse a cifras astronómicas, trabajó en torno al valor de la firma y el valor del trabajo. El título de la exposición, The negotiation of purpuse toma su nombre de una escultura en la que un cuchillo gira sobre una mesa como si fuera una ruleta rusa. Turk recurre habitualmente a títulos de obras del Surrealismo pues ejercieron gran influencia en artistas que trabajaban en los sesenta y setenta, época en la que los artistas investigaron muy seriamente sobre el valor, la autonomía, el sentido y la verdad en el arte. Las alusiones de Turk a la obra de Magritte son frecuentes (This is not a melon) y no lo son menos a la de Duchamp (Font) y a su capacidad de convertir en arte objetos cotidianos. Si Duchamp utilizaba objetos cotidianos, Turk da una vuelta de tuerca y recurre a sobras de comida (Ariadne's Apple, una manzana en su esqueleto) o a sacos de dormir que evocan a los sintecho.

Del mismo modo, cuando le pidieron que trabajara en torno a la idea de ataúd presentó una escultura que representaba un huevo. El huevo, símbolo de nacimiento pero también de fragilidad y de muerte, tenía una escala sobredimensionada, por lo que adquiría unas connotaciones cómicas. Con este huevo, Gavin Turk quería hacer alusión al artista como creador a través del famoso dicho "¿Qué fue primero, el huevo o la gallina?". Así, la pieza se convertía en una metáfora no sólo del origen sino también de la idea de originalidad.

En esta exposición del Magasin de Grenoble, uno de los centros más importantes de Francia, se podrán ver desde sus autorretratos realizados en cera, hasta los realizados en serigrafía con los que emula las obras de los grandes del siglo XX.