Image: Paola Pivi

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Arte internacional

Paola Pivi

Portikus, Frankfurt Au Main, Alemania. Hasta el 9 de marzo.

31 enero, 2008 01:00

A cocktail party, 2008.

www.portikus.de

Paola Pivi, una de las jóvenes realidades del arte italiano, expone por vez primera en una institución alemana. Su proyecto es monumental y, sobre todo, muy irónico.

Arranca el Portikus de Frankfurt el año 2008 con un proyecto dedicado a la artista italiana Paola Pivi, una de las figuras más representativas de la generación joven del país transalpino. Su trayectoria es imparable. Nacida en Milán en 1972, en 1999 ya participó en la Bienal de Venecia (también lo hizo en 2003). En julio del año pasado tuvo una individual en uno de los grandes centros europeos, la Kunsthalle de Basel. Su obra se dio a conocer cuando presentó las famosas fotografías de animales en contextos insólitos: un burro en una barca, zebras en paisajes nevados… Se podría pensar que eran ejercicios de Photoshop pero lo cierto es que eran escenificaciones reales.

En Portikus ha realizado una pieza específica para este espacio, que consiste en nueve tanques dispuesto ordenadamente en la sala en un montaje de fuerte raíz minimalista. Están hechos de acero pulido y su acabado es pulcro y fino. De los tanques, con forma de cubo, emergen tubos de unos 5 metros de alto. De cada uno de esos tubos, cada uno de ellos con su motor, se lanza un líquido distinto: café, tinta negra, aceite de oliva, agua, tónicos faciales, sirope… Dada la altura de los tubos, los diferentes líquidos caen de nuevo al recipiente del interior del cubo con gran estruendo. Se trata, así, de una rotunda instalación, radical y poderosa, y de gran ironía. Las referencias al arte minimal son obvias pero Pivi, como muchos artistas de sus generación, subvierte las premisas de la teoría minimalista utilizando solamente la apariencia externa, su forma, obviando el resto.

Esta instalación, titulada It's a cocktail party, se inserta fácilmente en la línea de trabajo que viene realizando la artista en la que grandes instalaciones proyectan argumentos disparatados. Se trata habitualmente de objetos cotidianos que, manipulados, rayan en lo insólito, lo inesperado y, en definitiva, lo absurdo. Hay una tendencia hacia lo espectacular pero visto siempre desde una perspectiva romántica que dimana de la inversión de los sentidos, de los significados. Rompe así multitud de convencionalismos sociales y culturales. Sus obras disparan la imaginación del espectador pero al mismo tiempo lo mantienen en vilo. Sin ir más lejos, en la Kunsthalle de Basel instaló una gran caja con 3000 capuccinos en una pieza que se tituló "Me tomo un capuchino y me voy". En uno de los muros colgaba una foto del mismo espacio con los capuchinos y un leopardo, que fue introducido durante el montaje y sacado antes de la inauguración. Un buen ejemplo de la acidez de su trabajo, cercano a lo espectacular pero enormemente irónico. Una artista a tener en cuenta.