"Witness", 2000.

Susan Hiller, norteamericana afincada en Gran Bretaña, es una de las artistas más influyentes del momento. En Viena se puede ver ahora un repaso por sus últimos diez años de trabajo.

Susan Hiller es hoy uno de los grandes modelos a seguir por parte de las más jóvenes generaciones de artistas, especialmente entre los británicos (Hiller vive desde hace años en el Reino Unido). Su trabajo versa sobre lo visible y lo invisible y, por tanto, presta gran atención a la brecha entre lo real y lo imaginado, lo presente y lo intuido, lo tangible y lo soñado. Comenzó su trabajo en los años sesenta investigando sobre el silencio, sobre cómo éste es todo menos "silencioso" y sobre cómo se podía apreciar visualmente algo que estaba "fuera de plano", más allá del reconocimiento que impone y exige nuestra cultura. Decía entonces Hiller que era responsabilidad del artista el tratar de presentar esas imágenes y esos sonidos al gran público.

Buena parte del interés artístico de Susan Hiller reside en rescatar imágenes y sonidos que la cultura dominante ha tildado de "fantásticos", "irreales" o "ilusorios" y darles un sentido. Tiene en el lituano Konstantin Raudive uno de sus referentes pues este científico investigó sobre el sonido inaudible y creía poder capturar y registrar las voces de los muertos. Hiller entronca con el trabajo de Raudive a través de esa voluntad de "recuperación", de reclamar algo que ya se ha perdido. En este sentido es importante ver cómo empieza a trabajar en torno al tema de la memoria con trabajos tan importantes para el acerco artístico como Monument, un memento mori que se percibe en público, entre la gente.

Hiller bucea en lo oculto, en el inconsciente colectivo, en lo desacogedor, siguiendo el término acuñado por Freud ("the uncanny"). Este término ha tenido mucha popularidad en discursos filosóficos, literarios y cinematográficos y tiene mucha vigencia en la actualidad (Okwui Enwezor montó la bienal de Sevilla de 2006 en torno a este concepto). Muchas de las obras incluidas en esta exposición vienesa tienen relación con cuestiones freudianas ya sea de un modo literal o desde un plano metafórico. Así, se podrá ver una de sus piezas mas importantes, "From the Freud Museum", un trabajo realizado entre 1991 y 1996 y que pertenece a la colección de la Tate, que habla de la colección de arte y objetos que tenía el psiquiatra en su casa de Londres. Es una pieza de carácter arqueológico en la que se pueden ver vitrinas con cajas que encierran pequeños objetos y que suscitan toda una narrativa a medida que son contempladas por el espectador.

Otra de las piezas que podrán verse es Witness, una instalación que consiste en multitud de auriculares que cuelgan del techo. Cada uno de ellos cuenta una historia personal, trazada en idiomas diferentes, un palimpsesto plural y complejo que recuerda a las instalaciones de Boltanski. Es importante decir en este sentido que Susan Hiller es una de las primeras artistas en reflexionar sobre el concepto de instalación y una de la que lo han llevado hasta sus extremos más lejanos.

En esta misma línea de recuperación de la memoria se encuentra su J. Street Project, 2002-2005, una pieza algo más reciente que consiste en un conjunto de imágenes de diferentes calles y plazas alemanas donde hubo presencia de judíos en un impactante estudio social que ha suscitado una intensa reflexión sobre el periodo más oscuro de la historia de Alemania.

El trabajo de Susan Hiller es muy influyente entre las jóvenes generaciones y es considerado por muchos como una de las más importantes referencias a la hora de hablar de la deriva del arte conceptual. Estuvo presente, además, en la exposición Conceptualismo Romántico que tuvo lugar hace tan sólo unos meses en este mismo centro vienés, muestra con la que se pretendía, con muy buen criterio, subrayar la posibilidad de un conceptual de tipo lírico. De entre los seleccionados, Susan Hiller jugaba, sin duda, un papel muy destacado.