Image: Andreas Fogarasi

Image: Andreas Fogarasi

Arte internacional

Andreas Fogarasi

Ernst Museum, Budapest (Hungría). Hasta el 29 de junio

12 junio, 2008 02:00

www.mucsarnok.hu

Andreas Fogarasi es uno de los más firmes valores del joven arte europeo. En Budapest se puede ver estos días una muestra sobre su trabajo.

Andreas Fogarasi nació en Viena en 1977 y vive y trabaja en la capital austriaca. Es uno de los jóvenes artistas más prometedores en la actualidad y pese a su juventud ya ha participado en muchas citas de relevancia. El año pasado representó a Hungría en la Bienal de Venecia (ganó el León de Oro que se otorga al mejor pabellón), participó en la Manifesta de Francfort en 2004 y este año lo ha hecho en el Unlimited de la feria de Basilea con uno de sus típicos "boxes", arquitecturas modulares para visionar vídeos que hacen las veces de teatros o salas de cine, que son reminiscentes de la escultura minimalista. Estas cajas son un truco para situar al espectador en una posición clara frente al trabajo y para evitar que caiga en algo muy común en el ámbito de la imagen documental: que el espectador se disperse y se desvincule de lo que ve, esto es, que acabe mirando hacia otro lado. Fogarasi estudió arquitectura y de ahí viene un interés por vincular imagen y espacio que está presente en todos sus trabajos.

El trabajo de Fogarasi versa sobre las ciudades contemporáneas, sobre la arquitectura y urbanismo que las sustentan y sobre sus connotaciones sociales y económicas que albergan. El húngaro investiga los edificios dedicados a la cultura y el ocio (su proyecto veneciano se titulaba "Kultur un Freizeit", [cultura y ocio]) en el contexto de las estrategias de seducción capitalistas y con la intención de descubrir cómo puede la arquitectura contribuir a la representación de conceptos ideológicos y cómo esta representación puede convertirse en un logo, una marca universal. Da forma el artista a todo este contenido narrativo a partir de lentísimos movimientos de cámara e imágenes fijas con las que escruta inquisitivamente las fachadas de centros culturales, sean cines, teatros, escuelas de danza o colegios. Son imágenes en las que la realidad está escenificada y de la que la alta cultura parece haber huido en busca de otros lugares más adecuados. La obra de Fogarasi habla de cómo el rodillo capitalista ha convertido el centro de las ciudades occidentales en destinos del turismo masivo, lo que repercute gravemente en su aspecto físico. "¿Qué espacios necesitamos para la cultura y qué entendemos por cultura y su representación"? se pregunta el artista.

Estas instituciones, cuya alma ha sido arrinconada por el empuje capitalista, eran centros de reunión de los trabajadores en el siglo XIX y también de los movimientos contraculturales de los años cincuenta. En ocasiones, algunos de ellos acogieron a la vanguardia artística. Lo que trata de contarnos el artista es la necesidad de encontrar el lugar de la cultura, de tratar que no se diluya entre el Estado y la economía como la arena entre los dedos. Y lo hace no solo a través de las imágenes sino por medio de otras formas narrativas como el texto, las conversaciones en audio o pequeños cortes musicales. La obra de Fogarasi se podría enmarcarse en la crítica institucional pues trata de repensar los roles sociales y económicos que desempeña la cultura para facilitar la comprensión de sus propios mecanismos de producción, para poner el acento en su talante político y para comprobar de qué forma incide en las audiencias.