Art Basel: el mercado estratificado
Proyecto público de Ugo Rondinone
Los galeristas son gente esquiva y nunca es fácil saber con certeza cómo han ido sus ventas, pero ya nadie puede negar que hoy el mercado del arte no pasa por su mejor momento. Cada vez resulta más difícil cubrir gastos (con los altísimos precios del stand, transporte y alojamientos), y "hacer la feria" en términos económicos es para muchas galerías una batalla perdida. Tras las últimas ventas en las subastas recientes había expectación por comprobar el estado de la cuestión en Art Basel, la mejor feria de arte del mundo, y en las ferias satélite que tienen lugar en la ciudad suiza. Este año se ha comentado mucho la escasa presencia de coleccionistas del otro lado del Atlántico, que al no haber Bienal de Venecia y con un dólar en clara inferioridad, probablemente quieran echar el resto en la feria de Miami, la primera semana de diciembre, aunque esta debilidad del dólar sea acogida con gratitud por los coleccionistas europeos que compran en galerías americanas y que encuentran un descuento fijo en cada compra. Además, el arranque de la Eurocopa en Suiza y Austria ha saturado las plazas hoteleras y no ha sido fácil encontrar alojamiento.Pero en los pabellones de Messe Basel todo eran sonrisas y la palabra crisis rara vez se escuchaba. Los primeros días de la feria todos los comentarios los acaparó el dueño del Chelsea, Roman Abramovich, que se relamía ante los giacomettis de Krugier (al final se sabe que sólo compró uno, por 14 millones, una cuarta parte de lo que dice querer pagar por Fernando Torres este verano) y a quien los galeristas asaetaban sin rubor. No han faltado tampoco este año las ventas sonadas, como el gran Buda de Murakami, vendido en Unlimited por 8 millones, y otros alardes estrafalarios: el tercer día de feria, en un stand del piso superior, un matrimonio norteamericano gritaba: "¡Sólo cuesta millón y medio!"
Ahora bien, que las ventas han ido más lentas es algo que ya nadie puede cuestionar. La cautela se ha impuesto en los pasillos de la feria, y no sólo por parte de los coleccionistas. En la sección de Art Unlimited, el espacio reservado a los proyectos más rompedores, se vieron, como siempre, piezas de riesgo de artistas razonablemente jóvenes (Banks Violette, Qiu Anxiong o Thomas Hirschhorn) pero era notable también la presencia poderosa de clásicos vivos como Jan Dibbets, Anthony Caro, Hamish Fulton, Rosemary Trockel, Michelangelo Pistoletto, Tony Oursler, Hans-Peter Feldmann (extraordinario su teatro de sombras) o Carl Andre, que este año estaba en todas partes. Aunque es una sección comisariada, probablemente los organizadores los intuían como valor seguro frente al excesivo riesgo que implican otros trabajos de artistas más jóvenes, con precios igualmente desorbitados, y que pueden encajar mejor en los planes de las grandes instituciones, que son las compradoras potenciales en esta sección.
Pero esto no significa que Art Unlimited haya dejado de ser el lugar del exceso, como saben bien los artistas asiáticos. El trabajo del chino Qiu Anxiong es un vagón de tren gigantesco en cuyo interior se pueden ver imágenes proyectadas desde fuera. La pieza es desmedida, en la línea de aquélla que presentó Cristoph Buchel el año pasado en esta misma sala. A su lado, los también chinos del Yangjiang Group han propuesto un inmenso jardín de densas resonancias kitsch. éstos y otros muchos son trabajos que contribuyen a que Unlimited siga siendo el blanco de las cámaras fogosas de los teléfonos móviles.
El nivel de Art Unlimited sigue siendo extraordinario y también lo es el Programa General donde se concentran las mejores galerías del momento. Algunas han montado stands monográficos (Joan Miró, Gerhard Richter o Ellswoth Kelly) con los que los dealers buscan más la autopromoción que las ventas concretas. Hay artistas que han logrado una presencia enorme en esta edición de Art Basel: los citados Carl Andre y Hans-Peter Feldmann, el surafricano afincado en Bruselas Kendell Geers, que pronto veremos en Salamanca; el siempre divertido David Shrigley en varias galerías, o el francés Phillip Parreno en Esther Schipper. El francés Daniel Buren y los ingleses Rachel Whiteread y Damien Hirst han estado también omnipresentes. Y no olvidemos a las galerías que trabajan con la fotografía clásica, como Kicken o Fraenkel, que han suscitado la atención de muchos coleccionistas, algunos españoles. La presencia del vídeo ha retrocedido en el Programa General porque los grandes trabajos en vídeo se encontraban en Unlimited. Pero eran piezas que trascendían la mera imagen en movimiento para abundar en el terreno de la instalación, en el espacio fílmico total (Adrià Julià, Damian Ortega, Marcellvs L., o Emmanuelle Antille).
En este 2008 de crisis se percibe cómo el mercado se estratifica definiendo claramente el perfil de los coleccionistas que compran en una y otra feria. Los precios mareantes de Art Basel han hecho de ella el lugar exclusivo de unos pocos, un espacio en el que nada está ya por descubrir y en el que los grandes artistas disfrutan de cuatro o cinco días cómodamente apoltronados en la élite prohibitiva del mercado. Esto es algo que ha favorecido la consolidación de Volta, una feria estupenda con galerías importantes (Leme, Christopher Grimes, Enrique Guerrero...) que apoyan a artistas jóvenes con la consiguiente diferencia de precios. Es una feria más terrenal y accesible para los coleccionistas que están generando aquí un mercado paralelo al gigante de Art Basel. Es tal vez la única feria que aguanta el tipo cuando llegan las cuestas.
Balelatina, en cambio, sigue sin arrancar. El esfuerzo realizado por sus organizadores es encomiable pero no acaba de suscitar la atención de los coleccionistas que, entre las 7 y las 9 de la tarde, con Art Basel ya cerrada, optaban por darse un paseo por Volta. En sus stands, muchos galeristas tendrán que esperar nuevas oportunidades. Scope ha cambiado de sede y ha incrementado su número de expositores pero se mantiene en un segundo plano, y Liste sigue siendo el lugar en el que descubrir jóvenes talentos. Así, Art Basel, Volta y Liste concentran el interés del coleccionista: tres ferias de escalas distintas y bien perfiladas, que este año capean el temporal.