Uno de los artistas jóvenes británicos de mayor proyección internacional, Ryan Gander aborda sus últimas inquietudes en este proyecto titulado Something Vague.

La exposición ha sido producida por la institución de Bonn y la Neue Kunst Halle St. Gallen, en Suiza, donde recalará posteriormente. Gander es uno de los grandes de la escena internacional. A pesar de tener sólo 32 años su historial ya es uno de los más prolíficos de entre los artistas de su generación. Su trabajo, digámoslo de entrada, es complejo aunque tras una reflexión detenida el espectador observará que en él está implícita una cierta poesía. Pero ésta reside las más de las veces en la esfera de lo invisible, en el especio negativo que media entre los objetos, en el silencio y en las sobras que sobrevuelan los muy diferentes códigos que utiliza.

Ryan Gander es, y a él así le gusta considerarse, un narrador. Pero sus historias no son lineales. En ellas se mezclan ideas tomadas de la historia del siglo XX, que muchas veces tienen que ver con las utopías del periodo moderno, las referencias a la historia del arte y a la literatura, y las propias vivencias del artista y los recuerdos de su infancia. Todas estas claves son utilizadas de un modo muy personal, siguiendo las directrices del arte conceptual, primando siempre la idea sobre la resolución. El trabajo de Ryan Gander se materializa en muy diferentes formas. Puede utilizar dibujos, fotografías, vídeos, esculturas y objetos pero también se sale de los lugares habituales del arte para filtrarse en la esfera pública como la prensa. Son de hecho conocidos sus anuncios en prensa, sus posibles guiones para series de televisión (una de sus obras más famosas) o sus ponencias.

Something Vague, que es la primera del artista en un espacio institucional alemán, sigue la línea de exposiciones basadas en la herencia del conceptual que la Bonner Kunstverein ha realizado este año tras los proyectos dedicados a John Baldessari y al grupo de artistas reunidos en torno al tema "Neue Koncept". La aportación de Gander a esta dinámica es rotunda, con su voluntad de retar al espectador a relacionar el sinfín de objetos y referencias que encontrará en el espacio. Y es que buena parte del significado de los trabajos se encuentra en un limbo etéreo e invisible que sólo se hará perceptible en la imaginación del espectador. Algunas obras aquí presentes nos hablan del contexto en el que se crean las obras de arte, imágenes que nos sitúan ante el estudio del artista donde hay hojas de papel en blanco que se mueven con la brisa que entra por la ventana y que han de interpretarse como el dinamismo (y la fragilidad) de las ideas y conceptos que se manejan en el estudio de un artista. En otra de las piezas, esas mismas hojas de papel se encierran en bolas de cristal que se esparcen por la sala, como si el estudio fuese un escenario en el que la intervención del azar fuese una cuestión cotidiana (como muestra la imagen que aquí reproducimos). La intangibilidad tan frecuente de los trabajos de Gander recuerdan a los de Jonathan Monk en la forma en que se distancia de los parámetros fundados por los artistas conceptuales de primera generación. éstos, más ocupados en alejarse de las lecturas dominantes y empeñados en proponer reflexiones en torno a la naturaleza de sus propios hallazgos, son referentes claros para los neoconceptuales de hoy y sin embargo, Gander, Monk y otros muchos subvierten el lenguaje introduciendo motivos cotidianos que en ocasiones pueden resultar banales e incluso decididamente burdas.

Ryan Gander utiliza narrativas fragmentarias que imbrican cuestiones relacionadas con nuestra historia reciente y vivencias propias. Es en ese hueco imperceptible donde se encuentra la esencia de su trabajo. Y es en la curiosidad del espectador para descifrar los diferentes lugares de Gander, donde se decide buena parte del sentido de su obra.