Image: Forma y tiempo de la creación

Image: Forma y tiempo de la creación

Arte internacional

Forma y tiempo de la creación

Una exposición en la ciudad suiza de Thun constata el interés del arte contemporáneo por el paso del tiempo y por la geología

17 noviembre, 2016 01:00

Vista de la exposición Die Kräfte hinter den Formen con obras de Penone, Eliasson y Halperin

Las fuerzas detrás de las formas es una muestra colectiva formada por 12 artistas que ha sido organizada por tres importantes instituciones europeas, Galerie im Taxispalais de Innsbruck, el Kunstmuseum Krefeld alemán y el Kunstmuseum Thun, en Suiza, una pequeña y bellísima ciudad bañada por un afluente del Rhin desde la que se observan los grandes colosos alpinos como el Jungfrau y sus vecinos Eiger y Monch. La exposición en las sedes austriaca y suiza tenía claros vínculos con el escenario exterior que las acoge, tal es el maravilloso paisaje que las rodea. No se podría decir, en principio, lo mismo del museo de Krefeld, situado cerca de la región industrial del Rhur donde la naturaleza no es precisamente exuberante. Sí lo fue, sin embargo, el programa que desarrolló durante casi tres décadas nada más terminar la Segunda Guerra Mundial uno de sus directores más célebres, quien prestó en sus exposiciones una especial atención a los puentes entre el arte, la arquitectura y la naturaleza.

Die Kräfte hinter den Formen, que es su título en alemán, es un proyecto bien armado en torno al que sin duda es uno de los temas más en boga del momento, la relación entre el arte contemporáneo y el mundo científico y en concreto la geología. Muchos de los trabajos que aquí vemos revelan cómo el quehacer artístico quiere decididamente formar parte activa de la especulación científica sobre los procesos transformadores de la materia, pero todos se encuentran anclados en ese espacio incierto entre la hipótesis y la realidad. Las certezas de esta se enfrentan a las licencias de aquella, y el choque no es violento. La exposición pasaría desapercibida de ser así. Sería una cuestión temática como las que hemos visto mil veces, y aquí se nos invita a deslizarnos en intersticios que nos permiten entender lo geológico como disciplina pero también como forma de hacer o como proceso mental.

Ilana Halperin: The Library (2015, detalle)

Al principio del recorrido encontramos dos series de trabajos del artista Per Kirkeby, que antes de consolidar su carrera como artista en los años 70 había realizado una importante labor en el ámbito de la geología en sus múltiples viajes a Groenlandia y el Ártico. El catálogo de la exposición reproduce su maravilloso texto La Citta de Riga, en el que describe sus ejercicios en estos viajes iniciales "nunca como paisajes sino como la idea que el geólogo tiene de una vista". A medida que avanza su carrera artística se observa la tensión entre el dibujo didáctico y el trabajo artístico, y a un mismo tiempo aflora un desencuentro en el idealismo y el naturalismo, pues sólo de este último puede desprenderse la materialidad en la que subyace la estructura geológica, nos dice el artista. "El dibujo a línea es práctico. Se trata de un naturalismo inocente, porque está al servicio de la supervivencia", concluye, asociándolo a los esbozos que de las líneas del horizonte hacían los marineros para cederlos después a sucesivas expediciones. En la exposición podemos ver dos suites de grabados extraordinarios que reflejan motivos como formaciones rocosas o cambios atmosféricos sobre determinados lugares. Al trabajar una y otra vez una misma plancha, Kirkeby introduce el factor tiempo para subrayar no tanto un deleite en la contemplación como un interés por las fuerzas internas de la naturaleza en persistente transformación.

La siguiente sala muestra dos piezas de Giuseppe Penone en las que se vierten el "hacer" artístico y el hacer de la naturaleza. Las dos son conocidas pero siempre es bueno recordarlas: En Essere Fiume (7), 2000, dos piedras casi idénticas yacen una junto a otra. El artista encontró en un río una de ellas, en la que son visibles los efectos de la erosión del agua. La segunda la encontró subiendo la corriente hasta su nacimiento y la talló hasta hacerla parecer idéntica a la encontrada río abajo, como si en su propia acción, en su devenir río, se condensara la labor geológica que durante muchos años modeló la primera piedra. En su también célebre Propagazione, imprime su huella dactilar sobre un papel, una imagen que se funde sutilmente con un dibujo que emula los concéntricos anillos de la sección de un árbol. Se abrazan así el presente más inmediato de la acción del artista y la observación de todos los pasados.

Jens Risch: Silk Piece (2011-2012)

La exposición se sitúa entre los motivos naturales que parecen creados artificialmente y aquellos realizados por el hombre para emular las fuerzas de la naturaleza. Las fotografías de Cartographic Series, de Olafur Eliasson, realizadas entre 2001 y 2007, son imágenes aéreas de paisajes islandeses capturadas con ambición cartográfica por el ejército danés. Eliasson utiliza en estas imágenes el heliograbado, una técnica que extrema las tonalidades y produce la impresión de una abstracción. Si las fotografías fueron realizadas con motivos científicos, Eliasson minimiza su valor como tal a favor de un resultado estetizado.

La materia como instrumento de medición de tiempo es otro de los asuntos aquí tratados. En The Library, la artista Ilana Halperin acude a piezas de mica en cuya superficie graba inscripciones que semejan fósiles. La mica es un mineral que, a su vez, guarda parecido con las páginas de un libro, tal es su prolija estratificación, y Halperin, a través de trazos parecidos a la escritura, "narra" metafóricamente en ellos la longeva historia del mundo. Realizadas en 2015, las piezas de esta librería de la neoyorquina residente en Glasgow son realmente bellísimas y aciertan al hermanar poéticamente el tiempo humano y el tiempo geológico.

Katie Patterson: Langjökull, Snæfellsjökull, Sólheimajökull (2007, detalle)

Como decíamos al principio de este texto, la muestra plantea las posibles analogías entre las prácticas artística y científica, y tiene una de sus razones de ser en la dualidad entre las hipótesis y las certezas. En la parte central de la exposición, la contribución del artista alemán Jens Risch consiste en el comisariado de una "mini-colectiva" organizada en torno a su Silk Piece, un trabajo en el que toma un hilo de seda de un kilómetro de longitud que convierte en una forma abstracta a partir de una febril sucesión de nudos y que podría parecer la vista microscópica de cristales, esponjas o corales. Risch ha titulado su pequeña muestra con un pomposo La infinita esbeltez de la malla de la causalidad, y en ella se pueden ver trabajos interesantes. Algunos son ya míticos como ORGAN/ASLSP, de 1985, en la que John Cage compuso una pieza para ser interpretada lo más lentamente posible. Lo hace desde 2001 el órgano de una iglesia de Halberstadt, en Alemania, y durará 639 años y encarna, por un lado, el carácter dilatado e imprevisible de toda investigación científica y, por otro, la naturaleza inaprehensible de la experimentación artística. El sonido en directo del órgano se emite en directo en esta sala del Kunstmuseum Thun.

Ya al final de la muestra vemos trabajos de Katie Patterson que quieren también hacer de lo insondable un ente tangible. Langjökull, Snæfellsjökull, Sólheimajökull (2007) es una pieza en la que la artista graba el sonido del deshielo de tres glaciares y los reproduce en discos de vinilo. Pero el vinilo ha sido sustituido por agua congelada de esos tres glaciares y, así, el sonido real se mezcla con el de la aguja recorriendo la superficie congelada en lo que sin duda es una bella pieza de poesía tautológica.

@Javier_Hontoria