Exposiciones

Viola íntimo

21 marzo, 1999 01:00

Torreón de Lozoya. Plaza de San Martín, 5. Segovia. Hasta el 28 de marzo

La pintura de Manuel Viola (Zaragoza, 1916-Madrid, 1987) es tan característica como una caligrafía. Quien haya contemplado uno de sus cuadros sabrá reconocer el lenguaje inolvidable con el que el pintor plasmó el combate entre la luz y las tinieblas. Todos los cuadros de este informalista con trasfondo surrealista investigan el misterio de la creación de un cosmos de color. No tiene la envergadura de ése que los astrónomos llaman "Big-Bang" -el origen del universo-, pero no deja de ser la representación de otro estallido generador. Igualmente violento, imprevisible, esbozo de mil posibilidades cromáticas, especie de mancha de Rorschard en la que uno se ve a sí mismo. Quizá de este tipo, prefiero los cuadros en que Viola se impone limitaciones. Por el contrario, creo que otros acusan una excesiva "facilidad" que hace desmerecer el conjunto.
Viola -seudónimo de José Viola Gamón- entró en contacto desde muy joven con los círculos vanguardistas aragoneses y catalanes. Veló sus primeras armas en Lérida, Madrid y Barcelona como poeta, dibujante y creador de collages, desempeñó un papel destacado en la creación de la revista Art y en la organización de la exposición Logicofobista de 1936. De 1958 data uno de sus cuadros más sobrecogedores -"La saeta"-, que podemos ver aquí. De 1965 es otro lienzo extraordinario: "Ventana a la muerte", también presente en el Torreón de Lozoya.
La colección que constituye este "Viola íntimo" recorre un arco temporal que va de 1958 a 1983, lo que permite hacerse una idea bastante completa de lo que fue su madurez creativa. Son obras que proceden en muchos casos de colecciones privadas, por lo que no han podido verse reunidas con anterioridad. Creo que contemplando el conjunto, el espectador reconocerá en ese fogonazo que el pintor fijó en cada uno de sus cuadros la búsqueda de un principio y un fin, de la pintura y de la vida.