Exposiciones

Peter Phillips

9 mayo, 1999 02:00

Galería Punto. Avda. Barón de Cárcer, 37. Valencia. Hasta mediados de mayo. De 400.000 a 4.000.000 pesetas

Una notable serie de lienzos presenta la última producción de Peter Phillips, uno de los representantes más destacados del pop europeo. Junto a Derek Boshier, Patrik Caulfield, David Hockney, Allen Johns, o Norman Toynton -artistas surgidos en el Royal College of Art de Londres, y dados a conocer en 1961 en la ya célebre exposición "Jóvenes contemporáneos"-, Peter Phillips (Birmingham, 1936) sirvió de puente entre el pop europeo y el norteamericano. Considerado uno de los artistas más afinados en la práctica de la ortodoxia pop desde Europa, fue echando mano, sin embargo, de cuantos recursos le ofrecía el lenguaje pop con absoluta libertad.
Desde principios de los años sesenta, comenzó a pintar siguiendo un característico estilo que ha mantenido hasta la actualidad: organizar el espacio pictórico a base de estructuras y entramados regulares. A excepción del paréntesis que marcó una serie de obras sombrías, realizadas en los ochenta, su trabajo se ha distinguido por la utilización de llamativos colores y el uso indiscriminado de todo tipo de iconos.
Si bien es cierto que, en las últimas obras, Phillips ha perdido la frescura propia de los inicios, conserva todavía intacta la acidez y la ironía que definieron su particular modo de pintar, y mantiene, asimismo, la meticulosidad en el manejo del pincel, como también la fría y calculada estructuración de las formas. Peter Phillips se abastece de cuanto hay a su alcance. Voraz devorador de iconos, presenta en sus lienzos un suculento menú en el que se mezclan todo tipo de sustentos. Desde las imágenes típicas de los mass-media, hasta las más variopintas representaciones pseudo-científicas. Las citas a la historia del arte y a la botánica, a los cómics y al cine, van enmarcando, con todo lujo de detalles, el cuadro dentro del cuadro. Cada uno de los elementos pictóricos reunidos de forma autónoma, tiene un estilo propio que luego Phillips pone en conflicto al armonizarlos sobre fondos geométricamente rítmicos. De este modo encuadra una relamida figuración en la que exhibe sin remilgos ingredientes kitsch sazonados con cáusticos guiños poperos, en un alarde de oficio pictórico. Perfecto hacedor del "ready-made" en la pintura, este artista la recrea, reutilizando sus más afamadas representaciones y situándolas en un nuevo contexto, como bien muestran sus obras recientes.