Peter Phillips
Desde principios de los años sesenta, comenzó a pintar siguiendo un característico estilo que ha mantenido hasta la actualidad: organizar el espacio pictórico a base de estructuras y entramados regulares. A excepción del paréntesis que marcó una serie de obras sombrías, realizadas en los ochenta, su trabajo se ha distinguido por la utilización de llamativos colores y el uso indiscriminado de todo tipo de iconos.
Si bien es cierto que, en las últimas obras, Phillips ha perdido la frescura propia de los inicios, conserva todavía intacta la acidez y la ironía que definieron su particular modo de pintar, y mantiene, asimismo, la meticulosidad en el manejo del pincel, como también la fría y calculada estructuración de las formas. Peter Phillips se abastece de cuanto hay a su alcance. Voraz devorador de iconos, presenta en sus lienzos un suculento menú en el que se mezclan todo tipo de sustentos. Desde las imágenes típicas de los mass-media, hasta las más variopintas representaciones pseudo-científicas. Las citas a la historia del arte y a la botánica, a los cómics y al cine, van enmarcando, con todo lujo de detalles, el cuadro dentro del cuadro. Cada uno de los elementos pictóricos reunidos de forma autónoma, tiene un estilo propio que luego Phillips pone en conflicto al armonizarlos sobre fondos geométricamente rítmicos. De este modo encuadra una relamida figuración en la que exhibe sin remilgos ingredientes kitsch sazonados con cáusticos guiños poperos, en un alarde de oficio pictórico. Perfecto hacedor del "ready-made" en la pintura, este artista la recrea, reutilizando sus más afamadas representaciones y situándolas en un nuevo contexto, como bien muestran sus obras recientes.