Santiago y cierra España
Es ésta la muestra central de todas las programadas por el Xacobeo 99 para conmemorar este Año Santo. Su base temática, el apóstol, el camino y su historia; su albergue, cuatro insignes edificios de la ciudad jacobea; su nombre, un escueto "Santiago", referencia dual del hacer apostólico y de la propia ciudad. Sin embargo, uno de los principales atractivos del recorrido planteado no pertenece propiamente a la exposición. Naturalmente me refiero a la calidad arquitectónica de los escenarios en los que se desenvuelve, dos de carácter civil y dos con especial "glamour" religioso. El Palacio de Gelmírez, el Colegio Fonseca y los Monasterios de San Martín Pinario y San Paio de Antealtares, nos permiten embarcar en un viaje a través de la arquitectura, fiel testigo de mil vidas y varios mundos.
En el primero de los espacios, papas, reyes, órdenes monacales y conventuales, prelados compostelanos y demás promotores del culto apostólico, son protagonistas unidos por la muerte; y es que como todo edificio anexo a la catedral se inserta en un área de tradición cementerial. En la parte alta, se asocia a Santiago como peregrino y como caballero, se potencia el culto jacobeo, la Iglesia y la Orden de Santiago. Además, se rinde homenaje a esos gremios de trabajadores que acabaron por dar nombre a tantas calles y plazas de Compostela. El viaje finaliza en el Salón de Armas donde una serie de testimonios llegados de los más diversos lugares del mundo, debaten la visión jacobea hasta emparentar a Santiago con la idea de Esperanza, a partir del "Códice Calixtino" y de la "Divina Comedia" de Dante Alighieri. Pero quizá el gran atractivo sea el poder acceder al piso alto del Pórtico de la Gloria, que permite contemplar la totalidad de la obra de Mateo y disfrutar de una perspectiva de la nave catedralicia desconocida.
Menos ambicioso se nos presenta lo albergado en una buena muestra del más puro Renacimiento, el edificio del Colegio Mayor Santiago Alfeo o Colegio de Fonseca, símbolo de la llegada a Compostela de la Universidad, además de significar uno de los escasos ejemplos de arquitectura civil en una ciudad en donde había prevalecido lo eclesiástico. En el Salón Artesonado de este corazón de la sabiduría todo converge en un único punto de fuga: la efigie medieval de Santiago Apóstol. En el camino, pinturas, piezas de orfebrería y esculturas testimonian el culto que le rindieron las diferentes tierras de España. Frente a esto, en la capilla, lugar donde se debe empezar el recorrido, se relatan evangélicos capítulos de su vida, así como su estancia en Palestina. Tras ella, en la sacristía se evoca la tumba apostólica, origen de todo el halo de la peregrinación. La tentación de exponer en el claustro, todo un desafío debido a sus difíciles condiciones, provoca la ruptura respecto al intimismo o cierto grado de misterio que caracteriza el resto de la exposición. Una serie de dibujos reproducidos a gran formato intentan sin éxito asemejarse a la tradicional pintura mural de estos recintos, resultando incómoda su convivencia con el entorno.
Los otros dos escenarios, San Martín Pinario y San Paio de Ante-altares, que permanecerán cerrados hasta el 9 y el 24 de junio respectivamente, mostrarán las características propias de sus recintos. En el primero, la vida de los monjes benedictinos, prioratos y Seminario será reflejada en libros teológicos, indumentarias y orfebrería litúrgica. Cabe destacar que para esto se ha reconstruido la botica de San Martín y se ha limpiado el óleo "Virgen del Socorro" de Claudio Coello. En San Paio se podrá disfrutar de obras que permanecían en espacios de clausura, además de haber sido intervenidos los retablos de la iglesia barroca para este fin.
Tras el empacho, tendremos la impresión de llevar un abrigo corto, una esclavina de cuero, un sombrero redondo de ala ancha y un alto bordón, entonces no habrá una flecha amarilla que nos impida desviarnos para buscar descanso; aunque para entonces los santiagueses ya habremos huido.