Exposiciones

Diseño gráfico al servicio de la idea

4 julio, 1999 02:00

Instituto Valenciano de Arte Moderno. Centro Julio González. Guillem de Castro, 118. Hasta septiembre

La colección Merrill C. Berman, una de las más importantes dedicadas al diseño gráfico, está formada por cerca de 20.000 obras. De ellas, el Instituto Valenciano de Arte Moderno expone una selección de doscientas, la mayor parte desconocidas y pertenecientes al período de entreguerras. Son carteles, anuncios, revistas, maquetas, fotomontajes, collages que firman artistas como Heartfield, Schlemmer, Van Doesburg, El Lissitzky, Schwitters o Moholy-Nagy, entre otros. Es el talento de quienes decidieron explorar los mil caminos de la vanguardia para vender ideas comunistas, una marca de cigarrillos o aceite para ensaladas.

Con esta extraordinaria exposición se hace pública la Colección Merril C. Berman, una de las colecciones privadas de diseño gráfico más importantes del mundo. Organizada por el Williams College Museum of Art de Williamstown de Massachusetts, tras su paso por el Cooper-Hewiit National Desing Museum de Nueva York y The Henry Art Gallery, University of Washington de Seattle, esta impresionante colección hace parada y posta en el Instituto Valenciano de Arte Moderno donde encuentra un lugar natural de hospedaje, a tenor de la estimable atención que desde su fundación este museo ha prestado al papel de las vanguardias.
Es así como se abre un espacio para acomodar a dos centenares de obras que entran en directo parentesco con un núcleo muy significativo de la colección del museo, todavía en reposo en tanto se habilita su exhibición permanente. Desde estas relaciones de consanguinidad no muy bien entendidas por los puristas de las artes mayores, se da lugar privilegiado a la reflexión sobre la práctica artística y sus implicaciones sociales en el período de entreguerras, una de las épocas más apasionantes que le ha tocado vivir al arte de este siglo XX.
La Colección Merrill C. Berman, formada por más de veinte mil piezas, ha logrado reconstruir la maltrecha historia de la vanguardia, captando tanto los movimientos más atrevidos como las más ligeras maniobras, animadas en el seno de una sociedad en continuas transformaciones. Su exhibición ahora en esta selección —ochenta años después de su realización para muchas de las obras aquí reunidas-, deja la boca abierta de admiración y sorpresa ante lo conocido por nuevo y lo nuevo por conocer, dando pie a todo tipo de felices encuentros, coincidencias ocasionales y esperados descubrimientos. Lo mil veces reproducido muestra la brillantez inédita de una primera impresión, como su reiterada presencia en el tiempo acompañando la visión de lo cotidiano manifiesta el impulso de lo nuevo.
Carteles, anuncios, maquetas, pasquines, cubiertas de publicaciones y folletos constituyen un largo repertorio de ejemplares obras de diseño, puestas en marcha en la era mecánica para servir de estímulo al espíritu regenerador de una sociedad que pretendió en su momento ser libre, haciendo más fácil el uso de sus prestaciones. Un espíritu que acabó seduciendo a los artistas más destacados del momento: a los que fundamentaron su obra en el diseño de la utopía y a los que la acariciaron sólo tímidamente, a los confesos seguidores de los manifiestos y dogmas más radicales, y a las infieles actuaciones individuales de los escépticos. En todos es posible adivinar la necesidad de aplicar la creatividad y las más variadas técnicas artísticas que hicieran eclosión en la época, para reinventar una sociedad en la que la comunicación visual fuera un arte.
Marinetti, Balla, Depero, Man Ray, Picabia, Tristan Tzara, Crotti, Hanna Hüch, Hausmann, Shlemmer, El Lissitzky, Rodchenko, Kurt Schwitters, John Heartfield (de quien el IVAM posee una muy buena e importante selección de obras), van Doesburg, Huszar, Tschichold, Maikovski, Klucis, Piet Zwart, Beall, Cassandre son sólo parte de la extraordinaria nómina de creadores que desde Rusia, Europa y Norteamérica lograron aunar sensibilidad, inteligencia, belleza, ternura e ironía para dar al diseño gráfico el papel dinamizador de una creatividad sin límites. Un papel que sigue conduciendo nuestra mirada y alimentando nuestra cultura visual, a pesar de la comida rápida que nos sirve la era digital. La exposición, estructurada en cuatro bloques temáticos y que obedecen a un esmerado montaje, tiene la facultad de orientar un recorrido didáctico apto también para los atajos e itinerarios improvisados.
En torno a la circularidad del diseño como motor de la exposición, se abren ejes que interceptan acciones relativas a los movimientos originarios de la vanguardia, para más tarde, atravesar su aplicación en el comercio y la publicidad, manifestar su activismo en las transformaciones sociales, y concluir en su militancia política. Todo ello, animado por secuencias en las que se producen explosiones visuales excepcionales que reverberan en los muros del IVAM al ritmo imparable de un latido moderno.
Alentados por el futurismo y las irreverencias dadás se sucede todo tipo de experimentos visuales en carteles, portadas y collages, en los que brota el germen de la vanguardia. Más allá de estos absurdos experimentos poéticos, se abre camino el constructivismo imbricado en las primeras experiencias mecanizadas de la publicidad. Lo racional y funcional fundamentan en este apartado una serie de actuaciones tendentes a definir el diseño como vaso comunicante entre la publicidad y la industria. Es el momento en el que hace eclosión la "nueva tipografía" pensada por Tschichold, extendiendo su poder de influencia en todos los ámbitos del diseño. Las profundas transformaciones sociales acontecidas en el período de entreguerras encontraron en el diseño el aliado perfecto para darlas a conocer. La electricidad, el agua, la higiene personal y doméstica, la educación y el ejercicio físico se convierten de este modo en tema central. Por su parte, al final del recorrido la exposición deja testimonio del papel jugado por el diseño como plataforma en la que se manifiesta su enorme poder de influencia al servicio de los intereses políticos, cuando la utopía era un anhelo al alcance de la mano.