Exposiciones

Víctor Pimstein

12 diciembre, 1999 01:00

Joan Prats. Rambla de Cataluña, 54. Barcelona. Hasta el 8 de enero

Desde hace años Víctor Pimstein trabaja sobre la pintura de Vermeer de Delft. Se trata de una especie de homenaje al maestro holandés, porque repinta y rehace sus obras desde la modernidad, pero al mismo tiempo es una reflexión o investigación sobre la pintura. Víctor Pimstein nos hace pensar en aquel personaje de Borges que se propuso recopiar frase por frase el "Quijote" para comprenderlo: este rehacer de nuestro artista es un querer aproximarse al misterio de la pintura, al enigma de Vermeer. Porque repintar, en el caso de Víctor Pimstein, significa una suerte de apropiación, un explorar cómo está hecho por dentro, en definitiva un instrumento de conocimiento. La pintura resiste al análisis. ¿Cómo hacerla hablar? Víctor Pimstein también nos sugiere simbólicamente aquel fotógrafo de la película Blow-up. éste, al intuir un secreto oculto en unas fotografías tomadas al azar, las ampliará una y otra vez en el laboratorio; esto es una especie de escrutación de la imagen. Rehacer o repintar en Víctor Pimstein significa una búsqueda de sentido, significa aproximarse a la materia de que está hecha la pintura.

Naturalmente este repintar de Víctor Pimstein es una recreación o una invención; no se trata de una simple copia. Nuestro artista se aproxima a Vermeer con una sensibilidad contemporánea. En este sentido existen unas estrategias muy significativas; así, muy a menudo concentra su atención en detalles de las pinturas de Vermeer: el fragmento o series de un mismo fragmento; igualmente nuestro artista amplía aspectos particulares; o incluso llega a la abstracción, porque hay momentos en que el detalle o la ampliación devienen algo abstracto o descontextualizado. Otro aspecto igualmente muy importante: las imágenes están intencionadamente difuminadas. ¿Qué significa todo ello? Sospechamos que hay un mensaje, la pintura es una cosa mental, un espacio del imaginario. El fragmento o la difuminación son como los paisajes enublados o la noche para los románticos, un estímulo para la imaginación o dicho de otra manera, el enigma de Vermeer se sitúa en nuestra propia imaginación y subjetividad como un instrumento para dialogar con la pintura.