Exposiciones

Pistoletto revisado

6 febrero, 2000 01:00

Lampara de mercurio, 1965

MACBA. Plaça dels Àngels, 1. Barcelona. Hasta el 29 de marzo

El espejo es el tema de Pistoletto. Su significado es muy rico y complejo; es símbolo del desconcierto, del engaño, del laberinto

Pistoletto se cita dentro del marco del Arte Povera e incluso se le ha calificado puntualmente como un artista pop; pero ahora que se presenta en una exposición retrospectiva, al margen de tendencias, aparece como una personalidad que desborda calificaciones y lugares comunes; se sitúa como una de esas figuras aisladas que forman, según como se mire, el "hit parade", o como uno de los referentes del arte contemporáneo definido por una absoluta libertad formal.

La exposición pasa revista a los momentos clave del artista, que por cierto son de una gran diversidad; sin embargo, existe un hilo conductor: el espejo. El espejo es el tema de Pistoletto. Prácticamente desde sus inicios ya se plantea la problemática del reflejo con los Quadri specchianti (Cuadros espejantes), una serie temprana que a la vez es la más difundida del artista. Estas piezas consisten en superficies de acero inoxidable pulido sobre la cual se sobreponen serigrafías de figuras y objetos, de manera que en la superficie se refleja el espectador y el ambiente donde se sitúan; la plancha de acero actúa como un espejo que integra la realidad exterior y la propia imagen en una suerte de coexistencia.

A partir de aquí se han realizado muchas lecturas: que si el cuadro se transforma en algo dinámico y cambiante, que si el espectador participa en el cuadro, etcétera; pero sobre todo se expresaba como una metáfora de concienciación de la realidad en aquel contexto político social de los sesenta: utopía, debate ideológico, lucha política... Los Quadri specchianti aludían a un contenido que desde siempre se ha atribuido a los espejos como instrumento de contemplación y reflexión. Sin embargo, el significado del espejo es muy rico y complejo; el espejo también es el símbolo del desconcierto, del engaño, del laberinto. En este sentido Pistoletto realizó posteriormente obras muy significativas: Velas (1967) que consiste en una hilera de velas cuyo reflejo es su imagen invertida. Si antes hemos hablado del espejo como concienciación, ¿tendríamos ahora que referirnos al engaño de la conciencia? Igualmente es significativa la obra División y multiplicación del espejo-ángulo (1975), un espejo que, situado en el ángulo de la sala, motiva un efecto de reflejos en cadena, o El dibujo del espejo, que fragmenta el espacio y también provoca un efecto calidoscópico. En fin, podríamos continuar nuestro inventario, pero lo que interesa señalar es la dificultad de situarse ante este tipo de piezas. ¿Se trata sin más de un juego manierista que busca en la desorientación una dimensión lúdica, o por el contrario se ha de interpretar como una metáfora de la ofuscación del conocimiento y la concienciación? La configuración calidoscópica, ¿es una alusión al fracaso de las expectativas del mayo del 68 rotas en mil pedazos? ¿O no sería más bien el espejo con todo su efecto laberíntico una expresión de lo sublime, sentimiento de pérdida y vértigo?

Una hipótesis: todos estos aspectos están implícitos en la obra de Pistoletto y de alguna manera su reflexión sobre el reflejo es la clave del resto de su producción. De esta manera, una importante labor que no se puede omitir es su actividad teórica, calificada -con todas las matizaciones necesarias- de delirante, esto es, una suerte de desdoblamiento del efecto calidoscópico de los espejos. Lo mismo ocurre con otro un capítulo importante de la producción del artista, los Oggetti in meno (Objetos de menos); se trata de una serie heterogénea de objetos, sin relación entre ellos y muy enigmáticos que han dado lugar a muchas interpretaciones. Podría parecer que Pistoletto se propuso huir del lenguaje y de la memoria de manera que cada objeto es un gesto irrepetible. Estos objetos pueden poseer todos los sentidos y ninguno, efecto calidoscópico del sinsentido -puro delirio- en que se pierde el sentido de la orientación.

Juego, manierismos, ironía, sublimidad, pero hay un sentimiento que prevalece: el de tristeza y absurdo, porque el juego con los espejos significa la disolución de los ideales humanísticos que inspiraron -o parecía que inspiraban- su obra. Me pregunto quién ríe detrás del espejo. Me temo que el mismo Pistoletto.