Concha García: "Acoso", 1999

Tres exposiciones coinciden en poner de relieve las venturas y desventuras de la escultura cántabra. Por una parte, en El Palacete del Embarcadero y en la Sala Luz Norte se presenta Memoria de un siglo: los años noventa, objeto y concepto -primera entrega de un ciclo que repasará el amplio espectro artístico en Cantabria en los últimos treinta años-. Para ello, echando mano de la generación de artistas más joven, el comisario, Fernando Zamanillo, acierta en plantear un vasto panorama de intervenciones, en el que se empañan los límites de la escultura y sus convenciones. Desde el paisaje nevado por lazos blancos del sorprendente José Luis Vicario, hasta las no menos llamativas zapatillas Nike, mejoradas para volar, de Juan Carlos Román, el humor y la poesía, lo conceptual y formalista, urden un tejido diverso, que no es otro que el que arropa el arte de nuestros días. Aspectos que, asimismo, se condensan en la exposición La escultura en Cantabria en la Fundación Botín, resumen de un siglo de actividad escultórica, que se abre con Daniel Alegre y las portentosas piezas de Jesús Otero, pasando por Navarro Baldeweg y Xesús Vazquez, hasta acabar en las siempre sugestivas obras de Victoria Civera y Chelo Matesanz.