Hipomea II, 2000. Aguatinta, 100 x 84

Las treinta aguatintas grabadas sobre planchas de cobre que constituyen el conjunto titulado De Fariones conforman un universo donde lo material adquiere categoría simbólica. En la vasta soledad del papel se perfilan casas esquemáticas, flores densas, apilamientos de líneas que sugieren los montículos de tierra que en Canarias protegen las vides. Se trata pues de paisajes reducidos a un solo elemento y, sin embargo, el tratamiento de las superficies blancas, plenas de calidades matéricas, crea un entorno que acoge su proyección y extiende su aislamiento. Es importante destacar el valor de estos espacios vacíos, para nada neutros. Es gracias a ellos y a la concisión de las representaciones que éstas transcienden lo circunstancial y surgen como imágenes primordiales, pictogramas de una lengua materna ya olvidada. Joan Hernández Pijuan (Barcelona, 1931) trabajó el grabado desde los primeros momentos de su carrera. Aprendió sus técnicas con ventipocos años en París, donde entró en contacto con el informalismo en el que el artista se movió hasta finales de los años sesenta. No queda nada de él, podemos pensar contemplando esta serie de grabados. Sin embargo, ese magma de arañazos blancos sobre el blanco en el que se alzan concisas construcciones de significado no deja de aludirlo. De señalar el sustrato inconsciente del que necesariamente extraemos las hebras con que dibujar los pensamientos.