Irónica y letal Patricia Gadea
Acción, 1999
El de Patricia Gadea se encuadra entre los nombres propios con resonancia genuina de la pintura surgida en la década de los años ochenta y, también, entre aquellos más combativos y comprometidos con un sentido propio de las cosas y, por tanto, menos zalamero y mimético hacia lo que fueron modas mortíferas y bufas. Formada entorno a lo que vino a denominarse figuración gordillista -en cuyo seno se admitían influjos de distinta procedencia, que en el caso de Gadea podría incluir a Haring, Immendorf o Scharf-, sus motivos favoritos procedían entonces, y también ahora aunque con menor abundancia, de los dibujos animados norteamericanos y de los tebeos españoles, a los que se añadían personajes de invención propia y otras imágenes de fuentes diversas.Patricia Gadea afirmaba entonces, quizá por contraposición a los discursos acomodaticios, que consideraba la pintura "como un campo de minas", en el que -añadiríamos nosotros- el explosivo detonante era un humor irreverente y arrasador. En las pinturas y acuarelas que presenta en su galería madrileña, en la que expuso por última vez hace dos años, el campo de minas resulta menos amenazador; tanto es así por el apaciguamiento energético y la reducción numérica de las figuras que han de centrar el interés de la mirada, que no han perdido, sin embargo, un ápice de su humor, por más que éste sea menos corrosivo y esté volcado hacia cierta ingenuidad irónica -como ponen de manifiesto Lipstick en rojo, Lipstick in blue, Yellow Sweet Amarillo o Mírame y no me toques-, como porque el acto de pintar es mucho más contenido y atento a determinados ingredientes pictóricos -un juego más suave de la pincelada, un intercambio de texturas, un apaciguamiento de la gama de color y, sobre todo, de los enfrentamientos entre colores vecinos-. Un proceso desarrollado en el tiempo que hace con ésta una de sus muestras más amables de contemplación.