Image: Cartier-Bresson. Del surrealismo a la belleza

Image: Cartier-Bresson. Del surrealismo a la belleza

Exposiciones

Cartier-Bresson. Del surrealismo a la belleza

13 junio, 2001 02:00

Domingo en las orillas del Marnes, 1938

Galería Arnés y Rüpke. Conde de Xiquena, 14. Hasta el 14 de julio

"Nadie te tomará en serio si dices que eres surrealista, mejor di que eres periodista". Tal fue el consejo que dio Robert Capa a Henri Cartier-Bresson. Eran los años inmediatamente posteriores a la guerra mundial y ambos estaban metidos en el proceso de creación de la agencia Magnum.

Cartier-Bresson hizo caso al mucho más pragmático Capa. Durante años recorrió Asia, fue el primer fotógrafo occidental autorizado a visitar la Unión Soviética y realizó fotografías destinadas a los grandes semanarios ilustrados de la época, todo ello como periodista de la agencia Magnum. Pero, en realidad, sólo le hizo caso a medias: su obra se mueve entre la búsqueda del instante que es capaz de condensar en sí mismo todo un mundo y la exploración de los intersticios que, en ese mundo, quedan entre la fotografía y la visión.

El resultado constituye una obra ecléctica, a la vez que profundamente personal. Su "marca comercial", la idea del "momento decisivo", fue una de esas expresiones que logran calar en el espíritu de su tiempo y se convierten en universales. Toda la fotografía de corte realista se ha visto marcada por ese principio de captura de lo instantáneo; pero una imagen de Cartier-Bresson siempre se diferencia de las de la pléyade de sus seguidores.
La persecución de ese instante en el desarrollo de los hechos no es sino una aplicación al ámbito de la fotografía de las reflexiones sobre la pintura de Gothold Ephraim Lessing, quien planteó, a mediados del XVIII, las pautas de "narrativización" de la imagen. La pintura, decía Lessing, debe mostrar el momento más "pregnante" de una acción: aquel que permite hacerse mejor la idea de lo que ha ocurrido y lo que va a ocurrir. Pero la traslación de este principio al ámbito de la fotografía produce un choque que hace patente el modo en que ésta se aparta de la visión. La pintura plasma momentos idealizados, los mismos que buscan el ballet clásico o el toreo. La fotografía, por el contrario, saca un momento cualquiera del flujo de los acontecimientos y lo congela. Mientras para las artes clásicas el movimiento es una sucesión de momentos estáticos, para la fotografía, que pertenece al ámbito de la física, el movimiento es algo continuo, y un momento no se diferencia del siguiente. La única categorización posible es por la mayor o menor adecuación a nuestra "visión" del mundo.

Esta brecha abre un camino que Cartier-Bresson supo explorar como nadie en sus primeras fotografías, las anteriores a la II Guerra Mundial. Imbuido en aquellos años de las ideas y los ideales del surrealismo, y más concretamente de las de André Breton, fotografía Francia, España o México guiado por una mirada en la que se funden la idea del "azar objetivo", que él sabe trasladar a la vida diaria, la crítica social y la constante exploración de las nuevas posibilidades expresivas del medio fotográfico. Su obra es un homenaje a la aventura de mirar, y a una nueva concepción del mirar mismo, más próxima a la imagen del flâneur, que Benjamin elabora por esos mismos años como modelo de la sociedad moderna, que a la del observador estático que prefigura la pintura. Esa aventura, esa "intensidad" de la mirada, le lleva a descubrir sus motivos en los aspectos más aparentemente anodinos de lo cotidiano, revelando, a través de la cámara, un sentido, un orden, que pasan totalmente desapercibidos al común de los mortales.

¿Qué suponen para Cartier-Bresson los años de la guerra? Aparte de ser uno de los pocos autores que tienen la posibilidad de asistir a una exposición "póstuma" de su obra (MoMA, Nueva York, 1947), lo cierto es que tras el conflicto bélico y pasar a formar parte del equipo de fotógrafos de Magnum, se produce un giro en su obra. En 1952 publica, simultáneamente en Europa y Estados Unidos, el libro que le consagrará mundialmente como uno de los grandes de la fotografía. Libro que aparece en Francia con el título de Images à la sauvette y en América como The decisive moment. Curiosa disparidad, que revela otra más profunda: la que se da en su obra. El título en francés hace referencia a su posición como observador: la de alguien que toma fotografías a escondidas, sin que los fotografiados se aperciban de ello; el americano a la construcción narrativa de la imagen. A partir de la aparición de este libro, y de su éxito, la obra de Cartier-Bresson se decanta progresivamente hacia esta segunda opción. La definición que daba del momento decisivo en el texto introductorio a ese libro ya anuncia este deslizamiento. El momento decisivo es "el reconocimiento simultáneo, en una fracción de segundo, de la significación de un hecho con la organización precisa de las formas que dan a ese hecho su expresión propia".
La significación de algo viene dada, pues, por la organización de las formas en la imagen. Y eso es lo que buscará Cartier-Bresson en la larga segunda parte de su obra: un momento espacial, compositivo, en el que cada elemento de la imagen ocupe su posición correcta en relación a los márgenes de aquella. El surrealismo deja, de este modo, paso a la belleza.

Henri Cartier-Bresson (Canteloup, Francia, 1908) descendía de una familia prominente de la industria textil. Estudió pintura y filosofía en Cambridge y comenzó a hacer fotografías en 1931, influido por el surrealismo. En 1935 se inició en el mundo del cine: fue asistente de operador de Jean Renoir. En 1939 filmó documentales sobre España y en 1940 fue hecho prisionero en Alemania; tras su evasión en 1943, militó en una organización clandestina francesa. Finalizada la guerra, trabajó como fotógrafo y fue uno de los fundadores de la agencia Magnum. Viajó durante muchos años por todo el mundo, y hoy ha regresado a su pasión por la pintura.

La galería Arnés y Rüpke (Conde de Xiquena, 14) ha organizado una exposición de fotografías fechadas en los años 30 y 40 de Henri Cartier-Bresson, que podrá visitarse hasta el 14 de julio.