Image: Frente a PipilottÍ Rist

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Exposiciones

Frente a PipilottÍ Rist

3 octubre, 2001 02:00

MNCARS. SANTA ISABEL, 52. MADRID. HASTA EL 2 DE ENERO

El hecho de que el Museo Reina Sofía acoja una exposición de la artista suiza Pipilotti Rist merece ser destacado si no con luces de colores, música y fuegos artificiales, sí con los titulares en cuerpo suficiente para subrayar, como creo que se debe, el que, ¡por fin!, y después de tantos años-quizá desde la ya remota en el tiempo Cocido y Crudo, de 1994-, obras verdaderamente contemporáneas, de una artista menor de cuarenta años, reconocida hoy internacionalmente y que ha sido objeto de atención preferente por los mejores museos europeos y norteamericanos, ocupen cinco de las salas de su planta tercera. ¡Albricias!
Saludémoslas como merecen, con satisfecha bienvenida y con el convencimiento de que exigen del crítico y el visitante examen y juicio no avalados por la historia y sus consensos, ni enranciados por los aledaños menores de la antigöedad moderna con la que tanto disfrutan, y cada día más, la mayoría de los responsables de nuestras instituciones artísticas.

Nacida en Suiza, en 1962, Rist inició su producción en vídeo en 1986, actividad principal que conjuga con la composición e interpretación musicales y con la realización de instalaciones. Quince años más tarde es, como he dicho, una de las artistas más firmemente asentada internacionalmente. Una consecuencia nada asombrosa a la vista de su trabajo, uno de los más sólidos, agudos, penetrantes y completos existentes en ese formato.

En España no puede decirse que sea muy conocida. El MACBA de Barcelona mostró Selbstlos im Lavabad, de 1994, en la muestra Miradas sobre el museo, de 1997. Rafael Doctor, comisario ahora de ésta, seleccionó dos de sus primeras obras en Juegos v simulacros, celebrada en el Canal de Isabel 11, en 1999. Por último, el Guggenheim Bilbao ha adquirido una de las copias de Syp my ocean,1996, para su colección permanente.

¿Cuál es el secreto de Pipilotti Rist? ¿Qué hace sus videoinstalaciones tan sugerentes y atractivas como para inmovilizar al espectador en la sala donde se proyectan? ¿Por qué, pese a las dificultades que oponen el idioma (alemán) y la experimentación, percibimos que entendemos lo que quiere decir o insinuar?

Hay evidentemente un dominio técnico visual en sus piezas de grado alto, lo que las diferencia sustancialmente de la incomprensibilidad por carencia de muchos de sus colegas; sabe lo que puede hacerse en vídeo y cómo debe hacerse. Hay, también, una congruencia narrativa que, en su nivel más simple y lineal alcanza los resultados definitivos y encantadores de Ever is overall (que debo confesar que es una de las videoinstalaciones, que junto a otras singulares de Bill Viola, Gary Hill, Gillian Wering, Shirin Neshat o el español Javier Pérez forman parte de mi museo imaginario), una pieza inolvidable; en los fragmentados y experimentales alcanza intensidades inusitadas como ocurre en Pickel porno, con su estudiado uso de la microcámara, que nos depara insólitas visiones de lo desapacible y rugosa que es en realidad una caricia. Hay una ajustada ligazón de imágenes y música, muchas de las piezas son de composición propia y la artista forma parte incluso de un grupo pop "Les Reines prochaines". Parodias del videoclip o un uso casi operístico del grito y el desgarro; también, un modo singular de hacer visible el sonido.

Pero todo esto, con ser fundamental, no resulta suficiente para responder a las preguntas planteadas. El posible secreto de la artista consiste, creo, en la pertinencia de su modo de abordar el motivo principal de su trabajo: interrogándose en profundidad sobre su estatus de mujer en la sociedad contemporánea, elude el Tesaurus de agravios, quejas y reivindicaciones elaborado en las últimas décadas del siglo pasado por las mujeres y lo sustituye por situaciones peregrinas y asombrosas que a quien involucran es al espectador, llevándole a plantearse cuál es su postura y cuál su actuación frente a sí mismo y frente al otro.