Variaciones según Manolo Quejido
La pintura III, 2001. Acrílico sobre lienzo, 162 x 130
Esta exposición versa sobre un único tema: el pintor y su modelo. Como si se tratara de variaciones musicales. El recorrido de la muestra se inicia con un cuadro que representa una tela en blanco. A esta pieza o punto de arranque, sigue otra que se me antoja una suerte de esbozo... A partir de aquí, de una manera repetitiva, el artista trabaja con variantes sobre el mismo cuadro, la misma composición, el mismo tema.Claro que la problemática del pintor y su modelo no es un tema como cualquier otro. Significa la pintura. Y, en el particular "sistema" de Manolo Quejido, decir pintura es decir muchas cosas. En El pintor y su modelo se entremezclan el acto de pintar, la carnalidad de la modelo, la mirada... No es posible separar lo uno de lo otro: el misterio del sexo se confunde con el de la pintura. éste y no otro es el substrato de El pintor y la modelo.
Pero, ¿por qué esta repetición con ligeras variantes del mismo cuadro? Puede que estas variaciones sean como citas a Cézanne, Matisse, Picasso, el pop art... Porque Manolo Quejido establece un dialogo entre las obras de los museos y la modernidad. Cada variación se expresaría como una interpretación según éste o aquél maestro. Puede también que exista un registro -digámoslo así- conceptual. Aunque Quejido reivindicó la pintura a contracorriente en los setenta, nadie puede negarle su origen conceptual. De ahí su interés por la pintura como "lugar mental" o "pensamiento" y su fascinación por los sistemas que sigue cultivando. En este sentido, el conjunto de variaciones respondería a una idea de inventario o de archivo.
Algo hay de todo ello, pero para mí estas variaciones, iguales y diferentes a la vez, son una manera de apropiarse emocionalmente, de intentar comprender ese misterio de la pintura al que antes aludía. ¿Por qué Andy Warhol repite en una lógica sin fin el retrato de Marilyn Monroe? Es difícil decirlo, pero puede que se trate de una estrategia para escrutar el objeto de fascinación. Así Warhol, así Quejido, la repetición es como un intentar comprender la pintura, como un saber de qué está compuesta por dentro, como un descubrir su secreto. Cada variación es una perspectiva suplementaria, una visión diferente de este gran caleidoscopio del deseo que es la pintura. Se trata de un pensamiento mágico que, como en el caso de la oración, se repite una y otra vez. La comparación entre la oración y el gesto de Manolo Quejido no debe extrañar: en la pintura, el misterio y el objeto de la fascinación se confunden.