Avedon en el lejano Oeste
A la izqda., James Kimberlin, Vagabundo, Nuevo México, 198O. A la dcha., Myrna Sandovall y su hermana claudia, El Paso, 1982
La colaboración de cuatro instituciones y la galería que representa al fotógrafo ha hecho posible la primera exposición en España de Richard Avedon (Nueva York, 1923), reconocido internacionalmente como uno de los grandes creadores de la segunda mitad del siglo XX y, también, de los que mayor influjo han ejercido en el escenario actual de la fotografía.La muestra se concreta en una sola de sus series, In the American West, realizada entre 1979 y 1984, y que ha sido justamente considerada su obra maestra y uno de los "documentos fotográficos más disciplinados y de mayor alcance", en palabras de John Lar, sobre la nación norteamericana. Un total de ciento veinticuatro retratos, de los que en las dos sedes de la exposición se ofrece algo más de la mitad y que en cada uno de sus emplazamientos las comisarias -Marta Gili, Annelie Lötgens y Yolanda Romero- han dividido según apartados de intensidad semejante. Lo que en el Centro José Guerrero es un apiñamiento multitudinario de personas, cuya realidad se nos hace, por ese apretarse, ineludiblemente consciente y próxima, en el Palacio de los Condes de Gabia, acentúa las circunstancias y consecuencias de las labores que desempeñan, conformando una de las bombas de relojería sociológica más potentes salidas del ojo humano.
Contra un uniforme fondo blanco, desolado y vacío, que nada nos permite imaginar sobre el hábitat y el medio de cada uno de los retratados -vagabundos, mineros, amas de casa, secretarias, carniceros, peones agrícolas o petroleros- son ellos mismos en su soledad inalterada los que con su pose, su apariencia y, sobre todo, con las huellas evidentes de lo que la vida ha hecho con ellos -es decir, lo mismo que la existencia hace con los asalariados que se emplean en los trabajos más duros y desagradables, ejercidos en los peores sitios y circunstancias-, quienes nos cuentan su historia propia.
El trabajo que Avedon recibió por encargo del Museo Amon Carter consistía en recoger la forma de vida de los trabajadores del Oeste americano. El resultado final, que desagradó profundamente a los críticos cuando fue presentado en Nueva York, es, a la vez, una desmitificación de la tierra de promisión y del sueño de los pioneros, y una concepción del retrato humano que concierne a los espectadores de cualquier lugar del mundo.