Image: Perdidos en la ciudad

Image: Perdidos en la ciudad

Exposiciones

Perdidos en la ciudad

17 abril, 2002 02:00

Wolfgang Tillmans: Corinne on Gloucester Place, 1993

Museo de Bellas Artes de Bilbao. Plaza del Museo, 2. Bilbao. Hasta el 12 de mayo

Desde los comienzos de las vanguardias históricas la calle ha sido uno de los grandes escenarios de la fotografía. El escaparate urbano es toda una declaración de principios de una concepción de la fotografía que se opone a cualquier tipo de intervención sobre el objeto de la imagen. El término street photography engloba prácticas y posturas muy diversas. De ahí la dificultad de un proyecto como el que, comisariado por Russel Ferguson y Kerry Brougher, y producido por el MOMA de Oxford, presenta el Museo de Bellas Artes de Bilbao con el patrocinio de la Fundación BBK. Su territorio es el de lo documental, con todo lo que implica de buceo en situaciones sociales y búsqueda de los rasgos identificatorios de los distintos grupos sociales, además de la complejidad de las relaciones entre fotógrafo y fotografiados, que aquí se manifiestan en toda su potencial virulencia.

De esta dificultad deriva un proyecto cuajado de lagunas y derivaciones erráticas. El título de la exposición, Ciudad abierta es una referencia a la película de Rosellini que pretende establecer el punto de arranque en los años de la posguerra mundial. Pero la selección de obras de William Klein, Robert Frank, Friedlander o Winogrand no justifica ausencias como las de Cartier Bresson, André Kertesz y todo el realismo poético francés. ¿Que la visión es más anglófila? Tampoco parece ser esta la opción, dado que echamos en falta autoras de la talla de Helen Levitt, junto con el resto de la Photo League neoyorquina.

Claro que una exposición no puede pretender abarcarlo todo. Para poner los límites necesarios está la tesis que pretende plantear. Ferguson afirma en su texto para el catálogo que su intención es presentar el contexto urbano como "fuente de espontaneidad e innovación, de autenticidad y de artificio". Dos ejes, por tanto: el de la experimentación formal, que busca en lo urbano redefinir la mirada, en una persecución sin fin de nuevas situaciones que plasmar en imágenes; y el de la difícil construcción de lo verosímil disfrazado de verídico. En los setenta, John Szarkowski intentó ya estructurar la fotografía alrededor de dos polos similares: los fotógrafos estaban pasando, decía, de plasmar el mundo "histórico" a plasmar su mundo interior. Pero al final no había forma de diferenciar una cosa de otra. Toda fotografía está hecha de las dos intenciones. A Ferguson y Brougher les ha ocurrido algo parecido en su proyecto, que, a la hora de la verdad, abandona esta estructura para pasar a una simple ordenación cronológica. Y a pesar de ello, siguen apareciendo las lagunas, y, en este caso, las montañas (¿qué hace Jeff Wall en todo esto?). La impresión es que, quizá, el criterio oculto haya sido mucho más simple ¿con qué imágenes contamos para organizar esta exposición?