Image: En el olimpo de la pintura

Image: En el olimpo de la pintura

Exposiciones

En el olimpo de la pintura

24 abril, 2002 02:00

Henri Matisse: Odalisca de los bombachos grises, h.1927. Óleo sobre tela, 54 x 65

De Renoir a Picasso. CaixaForum. Marqués de Comillas, 6-8. Barcelona. Hasta el 30 de junio

El recientemente inaugurado espacio de CaixaForum acoge, en su primera exposición temporal, una selección de maestros franceses que provienen de la colección Walter-Guillaume del Museo de l"Orangerie de París. Este centro, actualmente en renovación, ha organizado una tournée mundial de sus fondos de la cual Barcelona es una de sus etapas. La exposición acoge 81 lienzos de artistas que no abundan en los museos españoles: Pierre-Auguste Renoir, Paul Cézanne, Claude Monet, André Derain, Henri Matisse, Pablo Picasso, Henri Rousseau, Amedeo Modigliani, Chaim Soutine, Marie Laurencin y Maurice Utrillo. Se trata de una panorámica (algo incompleta) de la pintura francesa -o de la escuela de París- de finales de siglo XIX hasta los años treinta del XX.

La colección Walter-Guillaume fue reorganizada por Domenica Walter que la bautizó con el nombre de sus dos esposos sucesivos, el marchante de arte Paul Guillaume y el arquitecto y mecenas Jean Walter. La colección fue adquirida por el Estado francés y depositada en el Museo de l"Orangerie en 1977. Sin embargo el origen y el núcleo de la colección, la voluntad de hacer de ella un museo, su espíritu, son aportación de Paul Guillaume, fallecido prematuramente en 1934 cuando contaba 42 años. Guillaume fue uno de los marchantes más significativos en los años veinte. Su trayectoria se inicia justo después de la primera Guerra Mundial coincidiendo con uno de los períodos dorados del mercado de arte. Es difícil realizar una valoración, pero se diría que, sin ser estrictamente conservador, realizó una labor ecléctica y apostó por valores seguros. El título de la exposición, De Renoir a Picasso, es decir, a grandes rasgos, del impresionismo al cubismo, refleja su amalgama y diversidad. Por otra parte, en los años veinte, Renoir y Picasso eran los artistas más consolidados del mercado.

Nadie puede cuestionar las piezas ni la colección porque poseen la legitimación de la historia, pero el conjunto responde a una idea de arte. Obsérvese un detalle revelador: en la colección, realizada en los años veinte, falta la abstracción o el surrealismo. Pero calificar la colección de agradable o decorativa es insuficiente. Matisse, artista bien representado en la muestra, aludía a un ideal de arte que intuyo extrapolable a la colección de Paul Guillaume; Matisse hacía referencia a una suerte de "descanso intelectual", un espacio virtual más allá de la banalidad de la vida cotidiana, y hablaba del arte como un "sillón"; palabra que se asocia a este descanso espiritual, pero que también connota algo burgués, lo cual, según quien lo mire, lo considerará una virtud o, al contrario, una espantosa vulgaridad. Dicho sea de paso, los maestros que se presentan ejercen un particular magnetismo; son nombres que forman parte de una leyenda. Puede que la exposición no aporte ninguna sorpresa, si excentuamos el contacto directo con obras maestras, pero precisamente porque estos artistas forman parte del olimpo de la pintura, la exposición está teniendo un multitudinario éxito de público.

Curiosamente la primera exposición temporal de CaixaForum es un homenaje a una iniciativa privada que acabó dotando al Estado francés de una valiosa infraestructura cultural. Guillaume hizo su propia colección con la voluntad de que algún día se convirtiera en museo; creía que así cubría un vacío de la administración. Ya sabemos que la historia de Guillaume no es ni lineal ni transparente, pero existe en esta primera exposición del centro, un mensaje subliminal: CaixaForum dota a Barcelona de una infraestructura cultural que el Estado descuida. Desde Barcelona las cosas se ven desde otro punto de vista.