Haring y Burroughs
Apocalypse, 1998
El 11 de enero de 1979, tras releer todo lo escrito en su Diario, Keith Haring introducía en él la siguiente anotación: "La influencia más importante, aunque no la única, ha sido la obra de William S. Burroughs." Ese reconocimiento marca la intensa sintonía de Haring (1958-1990) con William Burroughs, el gran poeta de la contracultura y las tribus urbanas de América. La galería La Caja Negra nos da ahora la ocasión de acceder a Apocalipsis (1988), una de las propuestas en que se concretó la relación entre ambos. Se trata de una serie de diez serigrafías con collage acompañada de unos hermosos textos escritos para esa ocasión por Burroughs.El término Apocalipsis debe ser entendido aquí en el sentido etimológico de revelación: la que se propicia a partir de la invocación de Burroughs al dios Pan como el signo que permitiría ver que "todo es creencia, ilusión, sueño... ARTE." No es extraño el interés mutuo entre el artista y el poeta. En uno y otro encontramos algo así como una puesta al día de esa voluntad de encuentro de la materia artística en la vida de las ciudades con la que Baudelaire abrió el horizonte de la modernidad. En los graffiti de Haring, Burroughs ve el indicio de su vitalidad frente a su reclusión en el museo. Al contrario, "cuando el arte abandona el marco y la palabra deja la página" es cuando se produce su expansión pánica, cuando todo se hace arte. Siguiendo esa senda expansiva, la grafía irónica y corrosiva de Haring se superpone a unas reproducciones manipuladas, que aluden a la familia, la religión y el arte. Con su lenguaje característico, tan próximo al del cómic, Haring traduce los motivos y señales del apocalipsis cristiano a nuestro mundo. Entre máquinas y multitudes, vuelve a emerger la bestia que anuncia el fin de los tiempos.