Image: Kounellis, para un arte transgresor

Image: Kounellis, para un arte transgresor

Exposiciones

Kounellis, para un arte transgresor

20 marzo, 2003 01:00

Sin título, 2002. Planchas de hierro y tela, 200 x 180 cm

Carles Taché. Consell de Cent, 290. Barcelona. Hasta el 30 de abril. desde 140.000 euros

Kounellis presenta una suerte de laberinto. Se trata de una intervención casi teatral en la galería en la que se crean espacios inquietantes y de una especial emotividad. Espacios que ocultan, espacios claustrofóbicos, espacios que contienen despojos, restos de un naufragio, de una presencia vencida... Se puede discutir sobre la realización, si está más o menos conseguida, se puede discutir si este arte, propio de circuitos internacionales, encaja en las diferentes etapas de su itinerario, pero sin duda alguna es una exposición importante. No obstante, personalmente me siento distante del universo de Kounellis que es ante todo un discurso de la negatividad.

Y es que existe una banalización de lo negativo. En el arte contemporáneo se ha exhibido el dolor de una manera tan impulsiva y autocomplaciente que se ha vaciado de contenido. ¿Qué dirían Baudelaire o Lautrémont ante la vulgarización sistemática de todo lo negativo, ellos que transgredieron las normas de su sociedad e introdujeron la idea del mal? El arte contemporáneo ha transformado una subversión en un valor de consumo y de espectáculo... El heroísmo de Baudelaire o de Lautrémont es el justo reverso de nuestros tópicos y lugares comunes.

Cuando Kounellis presentó su primera exposición en la galería Carles Taché en 1999, escribí un pequeño texto sobre aquella exposición para una conocida publicación especializada en arte. Mi artículo era un contradiscurso sobre la estética del dolor que representaba el artista. Este texto fue censurado. ¿Por qué? Simplemente, no respondía a una idea de arte contemporáneo, o mejor de la industria cultural en la que todos están o estamos implicados. Esta anécdota es el síntoma de la asimilación y la anestesia de los discursos de lo negativo. Síntoma también de la necesidad de transgresión, de la necesidad de repensar la cultura contra el estado de cosas que nos rodean. Aunque la transgresión no ya no puede situarse en una estética del mal y del dolor como en el caso de Baudelaire o Lautrémont.