Image: Tesoros del Ermitage

Image: Tesoros del Ermitage

Exposiciones

Tesoros del Ermitage

Rubens, Van Dyck, Jordaens... Maestros de la Pintura Flamenca del S. XVII en las colecciones del Museo Ermitage

23 octubre, 2003 02:00

Anton Van Dyck: Henry Danvers, Conde de Danby, vestido como Caballero de la Orden de la Jarretera, finales de la decada de 1630

Caixa Forum, Marqués de Comillas 6-8. Barcelona. Hasta el 8 de enero

Esta exposición tiene el atractivo de presentar obras de difícil acceso. Además es especialmente interesante para Barcelona que carece de colecciones de este tipo. Aunque dicho sea de paso, se trata de una exposición muy similar, con la presencia de algunas de las mismas obras, a la que se exhibió en el Guggenheim de Bilbao a principios de este año. Entonces, en estas mismas páginas, José Marín Medina publicó un erudito artículo sobre la pintura barroca y las colecciones del museo ruso.

El objetivo de la presente exposición es, según la comisaria, Natalia Gritsay, mostrar la variedad y riqueza de la colección de pintura flamenca de los siglos XVII y XVIII del Ermitage. Entre otros se muestran Rubens, Van Dyck, Jacob Jordaens, etc. El resultado es un trayecto con voluntad didáctica que pasa revista a los diferentes géneros de la pintura de la época. Se trata de un itinerario extremadamente diversificado que escapa a una lectura global. Los artistas y la misma época poseen facetas tan variadas como caleidoscópicas.

Se puede hablar del Flandes de la época como uno de los centros culturales y de producción de arte más activos de Europa a la sombra de la Reforma y Contrarreforma. Se puede aludir a como se inician -precisamente en esta época- las colecciones reales como una estrategia de poder y prestigio de las monarquías absolutistas. Se pueden explicar los avatares del Ermitage y sus colecciones... Pero me interesa más lo que nos puede decir hoy en día esta pintura. Preguntarnos cuál es su actualidad, qué son capaces de comunicarnos todavía me parece que es la manera de situarnos ante estas obras.

Al hablar de pintura, de la gran pintura de la historia -a pesar de su diversidad-hay un aspecto que desborda a cualquier otro: la sensualidad que intensifica el sentimiento de las cosas hasta trascenderlas de su estricta materialidad. La pintura como sensualidad, éste es el mensaje -para mí- implícito en estas piezas de más de doscientos años. Algunos artistas contemporáneos se han dirigido y se han inspirado en la pintura antigua. Lo que buscan o buscaban era efectivamente un saber o un misterio perdido, porque el arte hoy en día ha marginado aquella noción de santidad, de milagro que iluminaba la pintura. Yo me imagino aquellos artistas anacrónicos como exploradores de una arqueología o un lenguaje cifrado que posee las claves de un mirar que inspira las cosas. Yo tengo la convicción que la pintura antigua es una manera de contemplar, o mejor, de alumbrar y hacer renacer el mundo. Pero quien dice sensualidad dice también otras cosas que van pegadas como la cara y cruz de una misma moneda. Miguel ángel Campano, un artista que se ha inspirado de forma creativa en la historia de la pintura, me comentaba que la pintura era la misma presencia de la muerte, por eso -añadía- "es tan fuerte". Campano aludía a las galerías de retratos, uno de los géneros por excelencia, acaso el más significativo, de la pintura. Y es que la pintura es nostalgia, nostalgia no sólo por la presencia de la muerte, sino porque la pintura antigua, aquella misericordia que daba vida a lo inanimado, que santificaba las cosas, es un mundo que ha desaparecido para siempre y con él la idea de lo sagrado y de milagro del arte.