Image: Tàpies como nunca

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Exposiciones

Tàpies como nunca

Antoni Tàpies. retrospectiva

26 febrero, 2004 01:00

Díptic de vernis, 1984. Pintura y barniz sobre tela

Comisario: Manuel J. Borja-Villel. MACBA. Pza. dels Àngels, 1. Barcelona. Hasta el 9 de mayo

Se han realizado notables exposiciones y escrito destacables textos sobre Tàpies, pero ésta es la exposición más completa que he visto sobre el artista. Se trata de una gran retrospectiva que abarca todo Tàpies, con piezas de reciente producción y obras poco conocidas. Ocupa dos plantas del museo y es particularmente densa. A sus ochenta años esta exhibición es un homenaje al artista, pero también lo es por parte del artista a su ciudad. Yo la veo también como un reconocimiento de Tàpies a su contexto. La exposición ha sido comisariada por Manuel Borja, actual director del MACBA y anterior responsable de la Fundación Tàpies y que realizó su tesis doctoral sobre la obra del artista. Manuel Borja es, pues, uno de los mejores conocedores actuales de la obra y la personalidad de Tàpies. Esta exposición se sitúa en un proyecto de revisión y relectura del artista, con una voluntad de superar los tópicos y lugares comunes, a la vez que de resituar el mensaje actual del pintor.

¿Cuál es el mensaje del artista? En una retrospectiva, y aun cuando la lectura de la obra de Tàpies es objeto de continuas reactualizaciones, no estará mal recordar la visión de éste sobre su propia obra porque el artista ha realizado una profunda reflexión sobre su arte y su posición como creador. éste es al menos el punto de arranque para posteriores reelaboraciones.

Tàpies significa un arte de lo profundo, un arte de lo trascendente, una búsqueda del gran misterio. En su trayectoria existe una clave: el arte como conocimiento, o por lo menos como "un intento" de aproximación a lo invisible o al secreto de la vida, que además va acompañado -según él- de un principio ético. ésta me parece que es la motivación de Tàpies como artista a lo largo de su trayectoria. En este sentido, una de su obras más significativas es la Sala de reflexión (1996), una especie de capilla que, como la de Rothko, está destinada a la meditación y la oración, aunque esta oración tenga un sentido laico.

Muy a grandes rasgos, el mismo artista reconoce tres grandes etapas en sus orígenes. Su primera obra personal, a mediados de los años cuarenta, consiste en un trabajo sobre la materia. ésta es una labor muy original, más aún cuando -según parece- está realizada a partir de un proceso personal e íntimo, ajeno a influencias exteriores. Este trabajo prefigura el Tàpies matérico, posterior, el Tàpies que todos conocemos. Estas obras realizadas con materiales humildes responden a diferentes motivaciones. Pero interesa señalar que la manipulación de la materia es una fórmula para escrutar el misterio último de las cosas. El material posee una realidad simbólica, mejor, un poder o energía que el artista descubre.

A finales de los cuarenta se ha señalado un período surrealista, ya sea en la evocación de mundos interiores ya en la expresión de una pintura muy agresiva que representa personajes y situaciones grotescas. Esta etapa, para los estudiosos de la obra de Tàpies, supone un retroceso porque significa recuperar la figuración y el abandono del trabajo con la materia. Pero al igual que la anterior es una inmersión en lo invisible.

Posteriormente, después de una estancia en París, a partir de los primeros cincuenta, Tàpies inicia su obra más conocida. Es la serie Comunicación sobre el muro. El artista recupera el trabajo con la materia. Su obra deviene efectivamente como un muro en el que se inscriben signos. Tàpies maltrata y dramatiza la materia; así, esa superficie acaba siendo un muro o una piel lacerada que contiene lamentos, memoria, gritos... El trabajo con la materia no es una finalidad en sí mismo, sino que vehicula un contenido metafórico.

¿Qué pasa después? No es fácil decirlo. La obra de Tàpies evoluciona con el tiempo. A ese muro incorpora elementos figurativos, elementos herméticos... Tàpies investiga nuevos registros, el mundo del objeto, nuevas temáticas y materiales, como barnices... En fin, digamos que su obra gana en ambigöedad y riqueza.

Para cerrar este itinerario, me parece especialmente oportuna una aproximación de Pere Gimferrer. Esta explicación no resiste un análisis crítico, pero es una manera poética de llegar a Tàpies. Aquél explica que en la tradición cultural catalana existen dos líneas. Una vertiente que es la de la luminosidad y la transparencia; en definitiva, lo racional. Esta tradición es la del Noucentisme, por ejemplo. Pero paralelamente hay otra línea, que es la de lo misterioso y lo esotérico. En esta se situarían Raimon Llull, Gaudí, Miró, etc. Tàpies -siguiendo a Gimferrer- se manifestaría en esta segunda tradición. En toda su trayectoria hay una exploración de lo oscuro, de lo oculto... Más aún, como en el caso de los alquimistas, Tàpies trasciende la materia. Esta lectura de Gimferrer no posee un carácter científico, pero me parece que es un punto de partida para situarse frente a Tàpies y buscar nuevas interpretaciones.