Barbara Hepworth
La forma desde dentro
2 septiembre, 2004 02:00Mother and Child, 1934
Barbara Hepworth (Wakefield, Yorkshire, 1903-St. Yves, Cornualles, 1975) es, junto a Henri Moore, la representante más importante de la escultura británica de su generación y una de las primeras en introducir el motivo del "agujero" en su país. Desde 1930 trabajó las formas abstractas en piezas inspiradas muchas veces en la naturaleza. Casada con el artista Ben Nicholson en 1938, su trabajo se enriqueció notablemente con esta relación.
Es extraño que Barbara Hepworth (1903-1975), reconocida como la gran representante de la escultura británica junto a Henry Moore, no haya tenido hasta ahora una retrospectiva en España. La exposición actual, comisariada por Teresa Millet, es un eco de las conmemoraciones del centenario del nacimiento de la artista el año pasado, y se inscribe en el programa de exposiciones dedicadas a los grandes de la escultura moderna concebido por el anterior director del IVAM, Kosme de Barañano. El recorrido de esta antológica, que reúne más de medio centenar de piezas, arranca a comienzos de los años treinta, en un momento crucial de la carrera de Hepworth. En 1933, la joven escultora viaja a Francia con su compañero Ben Nicholson y visita allí, entre otros, los estudios de Brancusi y Arp. La pureza esencial de Brancusi y las formas en crecimiento de Arp configuran entonces el primer estrato del que será el lenguaje de la artista. Pero aquel mismo año Hepworth se integra en el grupo "Abstraction-Création" y en años posteriores tratará a las grandes figuras del constructivismo internacional, desde Mondrian hasta Naum Gabo. De este modo, a lo largo de la década de los treinta, su estilo orgánico, biomórfico, se enriquece con la influencia complementaria de la abstracción geométrica, que se manifiesta por ejemplo en su obra Discos escalonados (de la cual se exponen aquí dos versiones), su primera pieza adquirida por el MoMA.
La intuición fundamental de Hepworth es que toda forma tiene un interior y un exterior y el trabajo del escultor consiste en expresar el contraste y la armonía entre esos dos aspectos, anverso y reverso, convexo y cóncavo, de sus volúmenes. El tema de la maternidad, una de las grandes constantes de la obra de Hepworth, no es sino el pretexto más frecuente para plasmar esa intuición. Aquí tenemos varias piezas de los años treinta donde se puede seguir la evolución de su tratamiento: desde las versiones más figurativas de 1934 hasta las estilizadas Nesting stones de 1937 en mármol de serravezza, del museo de Hiroshima. La dialéctica de interior y exterior, diferenciados en su color y textura, dará lugar después a una larga serie de piezas abstractas, como caracolas agujereadas por la larga erosión del océano. En Pelagos (1946), el volumen esférico de madera ha sido vaciado inscribiendo en él una doble espiral, una especie de ola. Las cuerdas que atraviesan el interior de esta pieza se inspiran en las estructuras reticuladas de Gabo, pero ella les presta otra función, como si fueran las cuerdas de un arpa eólica.
La curva interior de Pelagos pretende evocar el contorno de la bahía de St. Ives en Cornualles, donde la artista vivió desde 1939 hasta su muerte, y Hepworth busca siempre ese punto donde se confunden el cuerpo y el paisaje. La escultura no puede ser desde luego un panorama, la visión exterior de un territorio, pero puede expresar la intimidad, la sensación de estar dentro del paisaje. Para explicarlo, Hepworth regresaba una y otra vez a sus primeros recuerdos de infancia; a sus viajes en coche con su padre, que era topógrafo, a través del paisaje de Yorkshire: "Tenía la sensación de que nos movíamos físicamente por contornos de llenos y concavidades, a través de hondonadas y por encima de cumbres, sintiendo, tocando, mirando, con la mente y con las manos y con los ojos". El sentimiento del paisaj e y del espacio se plasma también en sus "churingas" o totems emparejados, que evocan los menhires neolíticos de Cornualles, o en esa espléndida serie Groupe donde unas figuras humanoides que parecen encontrarse en una explanada y que, según explicaba Hepworth, le habían sido inspirados estando sentada en la plaza de San Marcos de Venecia, al ver entrar a la gente en la plaza y disponerse en grupos en armonía con la arquitectura circundante, con el cielo y el agua...