Image: Jorge Pardo y el autismo del minimal

Image: Jorge Pardo y el autismo del minimal

Exposiciones

Jorge Pardo y el autismo del minimal

2 septiembre, 2004 02:00

Vista de la instalación de Jorge Pardo junto a obras de Robert Mangold y Donald Judd

Caixaforum. Marqués de Comillas, 6-8. Barcelona. Hasta el 7 de noviembre

Jorge Pardo (La Habana, 1963) vive en EE.UU. desde los seis años. Tras cursar los estudios de biología en Chicago, se decantó por la pintura lo que le llevó al Art Center de Los ángeles, donde reside en la actualidad. En los noventa, Pardo se revela ya como un artista singular en cuya obra se entrecruzan pintura, escultura, arquitectura, diseño de interiores, gráfico... Original y provocador, su obra más reciente reflexiona sobre "la función del espacio como experiencia artística".

Buena parte de la labor de Jorge Pardo como artista se basa en la instalación o el diseño de espacios de exhibición. Con ello pretende una reflexión crítica sobre los "condicionantes" del espectador, sobre el medio museo y sus implicaciones... La sala, las obras, el espectador no son neutrales, sino que poseen unas pautas, unos hábitos, unas predeterminaciones que fijan nuestra manera de dirigirnos a las obras. La intención de Jorge Pardo al modificar o crear un nuevo contexto es provocar una nueva lectura de aquellas obras.

Aquí, Jorge Pardo ha utilizado un decorado kitsch (un color vivo, unas suntuosas lámparas y unos teatrales paneles) confrontado con una serie de obras minimal, elementales y depuradas (Alan Charlton, Richard Serra, Robert Mangold, Agnes Martin y Donald Judd). él mismo hablaba de un suerte de fricción entre dos estéticas opuestas, preguntándose -dicho sea de paso- cuál sería el resultado de la experiencia; porque para él se trataba de un experimento. Y el resultado es que esta decoración destruye las obras. La estética del minimalismo implica no sólo las piezas en sí mismas, sino además una disposición, un espacio adecuado sin el cual se anulan. Cuando esta "presentación" desaparece, desaparece también el sentido del minimal.

El método de friccionar opuestos para provovar chispas de luz, de sentido, es una manera de comprender las cosas, pero no todo es confrontable y admite este tipo de diálogos. La decoración de Jorge Pardo anula y transforma en banales unos objetos que en su contexto poseen sentido. Yo me imagino que el experimento ha salido mal. Pero más allá de todo ello existe un mensaje implícito: el sinsentido y la banalidad de nuestras instituciones y museos, de sus colecciones, del alcance de sus exhibiciones y políticas culturales, que se alimentan de determinadas inercias en un microclima cerrado y autista fuera del cual se revelan sus incongruencias. ésta, creo, es la señal de un malestar que inconscientemente expresa la intervención de Jorge Pardo.