Image: El eterno femenino

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Exposiciones

El eterno femenino

La mujer, metamorfosis de la modernidad.

2 diciembre, 2004 01:00

Yves Klein: Antropométrie ant 72, 1960

Comisaria: Gladys Fabre. Fundación Joan Miró. Parque de Montjuic, s/n. Hasta el 6 de febrero

Muy esquemáticamente, en los noventa la batalla feminista se ha fundamentado en un discurso que cuestiona y "deconstruye" las identidades sexuales. Lo masculino y lo femenino -se dirá- no son una condición biológica o de anatomía, sino al contrario: una construcción cultural o ideológica. Las prácticas artísticas que giran en torno a la problemática de género "deconstruyen" la noción de "masculino" y/o "femenino" o intentan desvelar y señalar la artificialidad de los mecanismos de construcción de identidad. Este es el discurso que últimamente ha monopolizado las reflexiones, los debates, las exposiciones de tesis, y la práctica artística que giraban en torno a la condición de la mujer y el feminismo.

Y sin embargo, la exposición que la Fundación Joan Miró presenta con el título de La mujer, metamorfosis de la modernidad, patrocinada por el BBVA y comisariada por la historiadora del arte Gladys Fabre, no tiene nada que ver los discursos al uso. Al contrario, se trata de una muestra que, en contraste con aquellas posiciones feministas, puede clasificarse de tradicional. A grades rasgos, el núcleo de la exposición consiste en una panorámica de cómo es tratada la figura femenina desde los años veinte hasta prácticamente los setenta. Es decir, de cómo trataban este tema los Picasso, los Léger, los Le Corbusier, los Henri Laurens, los Gaston Lachaise, las Tarsila do Amaral, las Frida Kahlo, etc. Y claro, con el debate del feminismo de fondo que cuestiona la noción de género, en que la representación del cuerpo de la mujer es expresión del poder, etc., esta exposición tiene que ser necesariamente polémica... Y acaso puede parecer confusa y desorientar a ciertos sectores porque simplemente no encaja en sus lecturas o sus referencias. Es, eso sí, una exposición inesperada, una especie de provocación para determinado público.

Y, sin embargo, el trabajo de la comisaria es el de una especialista en arte que analiza un motivo de la historia del arte, la figura femenina, en un arco temporal determinado. El itinerario posee un punto de partida, un núcleo y un desenlace. El momento de arranque son los años veinte, entre otras razones porque es el período, en la nomenclatura de la historia del arte, del retorno al orden; esto es, cuando -en contraposición a las vanguardias- se recuperan los temas tradicionales y cuando el mundo, después de la Gran Guerra, ya no puede ser el mismo que era hasta entonces. La exposición se cierra con los años setenta, es decir, cuando una manera de mirar o hacer arte parece que se disuelve... Entre estos dos polos existe una fecunda creación entorno a la figura femenina. Este es el grueso de la exposición.

A lo largo de la historia del arte, la mujer ha sido representada con significaciones muy diversas: virgen, belleza, lo prohibido, fruto carnal, diablo, espectáculo, terror, etc. Pero, ¿cómo es tratada en los tiempos modernos en la denominada alta cultura? Esta es la pregunta que responde o trata de responder la exposición. Y en este sentido existen -siguiendo el itinerario de la muestra- una suerte de arquetipos que cruzan la historia y se reactualizan: el voyeurismo, el deseo, el erotismo, la utopía... Es la idea del eterno femenino que se manifiesta y tiene sentido en el mundo moderno. En el trayecto de la exposición, se han recogido unas citas que explican muy bien el espíritu de estos arquetipos: "La mujer procreradora es el origen de la creación en general" (Joan Miró) o "No hay diferencia entre arte y erotismo" (Picasso) o "Ante todo, yo no creo una mujer, sino hago un cuadro" (Matisse). Esto es la figura femenina y el arte confundidos en una esperanza, una promesa en el horizonte que tenía que iluminar la vida. Dicho sea de paso, el palpitar de los tiempos evolucionó o está evolucionando en otra dirección.