Image: Perverso Dzama

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Exposiciones

Perverso Dzama

19 mayo, 2005 02:00

Sín título, 2004

Centro de Arte Santa Mónica. Rambla de Cataluña, 7. Barcelona. Hasta el 5 de junio

Marcel Dzama (1974) evoca el mundo de la ilustración infantil. Sus delicados dibujos están poblados de cabezudos, osos, árboles antropomorfizados… Como en las fábulas populares es un universo absurdo, cruel, de una rara perversidad. A este imaginario incorpora el artista canadiense su propio mundo: hay niñas con cuchillos, sexo, flujos de sangre, una violencia explícita… Entre uno y otro existe, no obstante, una lógica de continuidad. Las princesas degolladas, los personajes devorados por el lobo o las brujas malignas de los cuentos populares se superponen a las figuras de Marcel Dzama.

Ahora bien, hace falta preguntarse también sobre la diferencia entre la tradición popular y la obra de Marcel Dzama. No sé si el trabajo que ahora exhibe en el Centro de Arte Santa Mónica, titulado The Lotus Eaters, permite sacar conclusiones al tratarse simplemente de una reducida serie de dibujos, complementada por vídeos del propio artista. Pero hay un aspecto muy significativo: las piezas se presentan intencionadamente como perdidas, distribuidas aquí y allá en un gran espacio. De alguna manera hay un contraste o descompensación entre el espacio expositivo y la obra del artista que se muestra aparentemente disminuida en un contexto desproporcionado. ésta me parece que es la contribución de la exposición a la interpretación del trabajo de Dzama: la obra atrapada por la inmensidad del espacio vacío. Un vacío que añade nuevas lecturas al discurso del artista.

Grosso modo, las historias y las fábulas tradicionales poseen un mensaje: nos hablan del héroe que se hace contra la dificultad y el miedo, propio o exterior, del hombre que se busca a sí mismo, de la esperanza de vivir… Hay una razón que mueve a los protagonistas y que conduce el desarrollo de la trama, por muy rocambolesca o trágica que sea.

¿Qué es lo que motiva a los personajes de las ilustraciones de Marcel Dzama? Yo diría que están deshumanizados. Son seres mecánicos que repiten gestos y poses. Nadie sabe lo que buscan ni lo que hacen. Al quedar engullidos por el vacío, las acciones quedan deshilvanadas y muestran sólo una complacencia por los aspectos oscuros… El vacío del espacio expositivo adquiere aquí un significado en relación al vacío de las escenas de Marcel Dzama. ésta es la dimensión dramática de su obra: una especie de nausea existencial. Obviamente, tal lectura no agota el significado del artista; ésta deviene del montaje y de la distribución de la obra en un espacio determinado. En otro contexto, la interpretación necesariamente sería diferente. Las imágenes son silenciosas y en este caso es el dispositivo expositivo el que las hace hablar.