Gönter Brus y la estética del mal
Quietud nerviosa en el horizonte
3 noviembre, 2005 01:00Sin título, 1960
En los años 60, en el contexto del hapenning y la cultura underground, apareció el denominado "activismo vienés", del que Gönter Brus es uno de los creadores más significativos. Este movimiento empezó a trabajar con el cuerpo de una manera especialmente violenta con la utilización de la sangre, los excrementos y la autolesión. Además, pasa por ser uno de los referentes fundacionales del arte corporal y de su reactivación en los años 90.
El punto de partida de Brus es el expresionismo abstracto y, en particular, Jackson Pollock. Esto es, el pintar como un estado de particular tensión que implica el movimiento y el cuerpo del artista. Quien empiece por utilizar el lápiz como un punzón contra el papel -como hará Brus- en un estado de crispación emocional a la búsqueda de una mayor expresividad, acabará por usar procedimientos agresivos y comprometer todo su ser en la voluntad de llevar su investigación hasta el límite. Existen aún más afinidades: para Pollock, y para el resto de representantes del expresionismo abstracto, la pintura es el espacio de lo absoluto, de lo sagrado… Pasar de trabajar dramáticamente el lienzo a tratar con el propio cuerpo y lacerarlo implica un salto, pero también una continuidad. El mismo artista denominaba sus primeras acciones "cuadros vivientes" y es que el cuerpo posee ese mismo carácter de sacralidad que tiene el cuadro, es también un límite, una frontera de lo absoluto.
Gönter Brus abandonó el activismo en los setenta, según él porque estaba abocado al suicidio. A partir de entonces cultivó una obra que consiste en dibujos-poema y que hace pensar en los románticos y simbolistas, en William Blake, Fösili, Odilon Redon… A pesar de todo, existe una continuidad entre estos trabajos y los anteriores. Como en el caso de los autores citados, son imágenes que aspiran a una trascendencia, que no significan nada por sí mismas, sino por aquello a lo que aluden. En ellas, Brus explora, como antes, mundos sublimes, pero ahora la locura no se revela tan abiertamente. Como una caja de Pandora cerrada, se intuye sin embargo que contiene en su interior algo terrible.