Exposiciones

El mundo en caleidoscopio

Maestros del collage

1 diciembre, 2005 01:00

Henri Matisse: Maqueta de portada para "Verve IV", Nº 13, 1943

Comisaria: Diane Waldman. Fundación Joan Miró. Parque de Montjuic, s/n. Barcelona. Hasta el 26 de febrero

Grosso modo, el collage es un procedimiento o técnica que consiste en incorporar papeles u otros materiales heteróclitos sobre la superficie pictórica. Los manuales de Historia del Arte sitúan su origen, como práctica artística, en Picasso y Braque. A principios del siglo XX, estos artistas empiezan a pegar recortes sobre el cuadro, fundamentalmente fragmentos de periódico, anuncios, papeles coloreados… Este juego con tijeras y papeles, lejos de ser algo anecdótico, significa modificar el concepto de arte. Según la interpretación canónica, el hecho de incorporar un elemento procedente de la realidad, previamente elaborado, dentro de un modo de representación simbólico supone una revolución: implica romper con la idea de ilusionismo, significa que la pintura deja de ser una realidad subsidiaria para convertirse en una creación autónoma, en un objeto. Además de esto, la aplicación del collage entra en contradicción con aquel concepto clásico de pintura como habilidad, oficio, buenos materiales, para dar entrada a otros aspectos que serán muy importantes a partir de entonces y que dominarán los criterios de valoración del arte contemporáneo: texturas, materiales, creatividad, fragmentación… A partir de este origen, y como el mismo título de la exposición indica, Maestros del collagede Picasso a Rauschenberg , patrocinada por el BBVA, es un recorrido panorámico y académico sobre el uso del collage a través de las diferentes líneas de investigación del siglo XX. Sin duda alguna, las obras seleccionadas son de una gran intensidad, aunque en los últimos capítulos -en particular el dedicado al pop art- no sean especialmente representativas.

Panofsky entendía la perspectiva como una forma simbólica, reflejo de la civilización del Renacimiento y expresión de la relación del hombre del siglo XV y XVI con la cultura. El collage es también una forma simbólica, la radiografía del mundo moderno y de un estado de espíritu contemporáneo. No podía ser de otro modo. En una de las vitrinas de la exposición se muestra la famosa Caja verde de Duchamp que contiene, además de la reproducción en miniatura de sus creaciones, un conjunto de textos facsímiles del autor. Todo el mundo sabe que estos textos, herméticos y de una gran complejidad, son como un laberinto. Interesa destacar que, consciente o inconscientemente, se exhiben desparramados en un absoluto desorden. Aquí encontramos de nuevo la idea de collage -y, por extensión, de la cultura moderna-: el fragmento, la imposibilidad de articular discursos sistemáticos y unitarios, la negación de los grandes relatos. El collage es como un gusano que devora el sistema de representación del Renacimiento y que cuestiona el mismo fundamento de la visión humanista. Frente a la imagen del mundo que translucía la perspectiva, en el que todo estaba interrelacionado, el collage se expresa como lo discontinuo, lo descompuesto, lo interrumpido… Opuesta a la estructura homogénea, constante y racional del sistema perspectivo, está la heterogeneidad, la irracionalidad del collage.

Aún más, a nadie se le escapa que el collage procede de la denominada "baja cultura". Picasso y Braque se inspiraron en la publicidad, la prensa gráfica, la ilustración; en sus cuadros incorporaron tipografías, etiquetas, logotipos… éste es el mundo del fragmento, de la mezcla heteróclita de elementos dispares, del alogismo. Tanto es así que un artista como Kurt Schwitters no observaba diferencia alguna entre la práctica del collage y el trabajo del tipógrafo o diseñador gráfico: en uno y otro caso -decía- se trata de organizar materiales diversos. En definitiva, interesa destacar que el collage es una contaminación de la cultura de masas que se inyecta en la alta cultura. La idealidad de esta última queda infectada por este elemento extraño que actúa como una suerte de cáncer. El collage es la mácula que denuncia las contradicciones de la cultura como sistema, como relato a partir del cual todo se explica.

Pero, ¿qué significado poseen estos fragmentos, estos materiales disonantes que se mezclan sin lógica entre sí? Existe una imagen aterradora que en mi opinión ilustra las implicaciones del uso del collage: es la del cadáver descompuesto y recosido con trozos de carne muerta. El collage sería la expresión del moderno concepto de hombre como un nuevo Frankenstein. El cúter o las tijeras serían el bisturí, los instrumentos de disección del humanismo y del saber antiguo.

Ciertamente el procedimiento surrealista consiste en confrontar opuestos y en unir fragmentos. "Lo maravilloso", la "iluminación" provienen de la asociación libre de significados dispares y arbitrarios, de romper con la lógica… ¿Pero no se trata -como se ha advertido- de una suerte de ensoñación? Esta fricción de contrarios, ¿no es tal vez una chispa que se agota en sí misma? ¿Acaso va más allá del juego? No sabría contestar con exactitud. Este nuevo Frankenstein es una imagen atroz, es la misma idea de descomposición, pero tal vez posea algo más auténtico, más real, más próximo a la vida que cualquier gran construcción o sistema unitario, que anula precisamente lo humano… Sea como sea, la cultura, hoy en día, tan solo puede pensarse como collage.