Exposiciones

Burtynsky, denuncia o espectáculo

China

27 abril, 2006 02:00

Cortesía: Galería Toni Tàpies

Toni Tàpies. Consell de Cent, 282. Barcelona. Hasta finales de mayo. De 7.300 a 21.000 e.

Hijo de un obrero ucraniano emigrado, Edward Burtynsky (Saint Catharines, Ontario, 1955) es uno de los fotógrafos canadienses de mayor proyección internacional. Formado en Toronto, se ha especializado en el impacto de la industrialización y sus consecuencias. Falta por saber los límites y posibilidades de este tipo de fotografía: si es un arte de compromiso político o una suerte de banalización.

Edward Burtynsky es conocido especialmente por sus paisajes industriales. Sus fotografías más divulgadas son aquéllas en las que registra minas, canteras, depósitos de residuos, campos petrolíferos… un paisaje que ha sido calificado de bello y horrible, grotesco y maravilloso, al mismo tiempo. Como artista se vincula a la gran tradición de paisajistas norteamericanos: sus imágenes, de gran formato, están cuidadísimas en cuanto al detalle, el color, la composición, el punto de vista. En definitiva, su fotografía va más allá del documental y posee una intencionalidad artística, pero el motivo con el que trabaja Burtynsky es un paisaje desgarrado y brutal. Sus fotografías retratan lugares polucionados, cicatrices de la industrialización, ruinas y desechos. Pero no se trata sólo de la representación de un entorno destruido. En sus imágenes hay algo más: la desmesura. Estos lugares adulterados son grandiosos: por esta razón se ha calificado el arte de Burtynsky como sublime, en el sentido romántico del término.

Antes de realizar estas fotografías de lugares industriales, Burtynsky era un fotógrafo convencional interesado por la naturaleza. Pero a principios de los 80 cambió de orientación. él mismo cuenta que en 1981, en un viaje a Pensilvania, se extravió y, circulando por un lugar desconocido, acabó en una zona minera. "Surrealista": Burtynsky calificó aquel entorno de "surrealista". Después descubrió las posibilidades plásticas y fotográficas de este paisaje, pero quiero destacar que lo que interesó al artista fue su carácter surrealista. Esto es, lo fantástico, lo extraño, lo increíble, lo raro… Más que un arte de denuncia -aunque también sea susceptible a ese tipo de lectura- es una expresión de lo sorpresivo y lo extraño, en definitiva, una suerte de espectáculo. Posiblemente no exista tanta diferencia entre National Geographic y Edward Burtynsky: son la cara y el reverso de la misma moneda. Burtynsky se expresaría como la versión morbosa -y por ello más intensa- de este espectáculo.

En la galería Toni Tàpies se exhibe una selección de un vasto proyecto dedicado a China en el que Burtynsky ha trabajado durante los últimos años. Independientemente de las declaraciones formuladas al respecto, para mí prevalece esta dimensión "surrealista" a la que antes aludía. Las ciudades hormiguero, las perspectivas de las fábricas hasta el infinito, las masas de trabajadores despersonalizados en cadenas de montaje… En todas estas series subyace la misma mirada. Burtynsky busca la desmesura, el espectáculo, lo excitante... Claro que en China todo será más grandioso y exótico.