Marlon de Azambuja, dibujando la pared
Vista de Potencial escultórico en Matadero
Última inauguración de la temporada en Matadero, que va entreteniendo la eterna espera hasta culminar su remodelación con atractivas instalaciones en este "Abierto por Obras", uno de los espacios con más carácter y mayor expresividad de la capital. Esperemos que se reserven finalmente, en el gran complejo cultural del sur de la ciudad, otras salas para el arte actual que permitan desarrollar una programación propia más ambiciosa, con este nivel de calidad. Marlon de Azambuja ha realizado una de esas intervenciones que quedan marcadas en la memoria del lugar. Seguramente seguiremos "viendo", cuando accedamos a la sala en el futuro, el gran farol abierto, intensamente rojo, que ha dibujado en su centro con miles de metros de cinta adhesiva. Aunque no fuera éste el objetivo principal del artista, el impacto visual de la pieza es enorme. En los últimos tiempos ha hecho intervenciones en entornos urbanos, englobadas en el proyecto Potencial escultórico, con las que envuelve de manera similar elementos arquitectónicos o de mobiliario urbano, con cinta adhesiva de colores. Al hacerlo, subraya huecos y crea volúmenes que sólo implícitamente ya existían. La diferencia, en esta ocasión, radica en las dimensiones del espacio envuelto -toda la nave central de la sala- y, sobre todo, en el empleo de la luz, que transforma la delgada pared de cinta en una inmensa lámpara que proyecta hacia las naves laterales, sumidas en la oscuridad, una luz teñida de rojo. Varios de los artistas que han pasado por este espacio han aprovechado también esta característica que lo distingue de los clónicos cubos blancos y radiantemente iluminados, pero De Azambuja lo hace quizá con mayor coherencia interna.En los diversos proyectos que ha emprendido -numerosos e interesantes, lo que permite vaticinar que hará carrera- se detectan algunas constantes que se repiten en esta pieza de Matadero. El aludido juego de dar a los vacíos una entidad escultórica es una de ellas, que se produce igualmente en su serie de sobredimensionadas jaulas para pájaros que adoptan formas de arquitecturas museales. Otra es la idea de dibujar en el espacio, con variantes procesuales. De una parte, estas pieles de cinta adhesiva se construyen con "líneas" superpuestas, algo a lo que obliga la propia comercialización del material, en rollos; de otra, ha utilizado el mismo material para trazar sobre el suelo -en su exposición en Lisboa- o en alguna intervención pública, líneas que dialogan con el contexto arquitectónico y modifican su percepción. Finalmente, en una de sus series recientes, Intención de panorama, criticaba las convenciones reinantes en el montaje de las obras de arte cubriendo con líneas paralelas de rotulador negro, en las fotografías que había hecho de determinadas galerías, todo lo que no fueran los lados y ángulos de las habitaciones y de las obras expuestas. También aquí "dibujaba muros".
De Azambuja confiesa su admiración por los artistas del movimiento neo-concreto brasileño, y en particular por Hélio Oiticica, pero también por coetáneos como el portugués Carlos Bunga o el cubano Carlos Garaicoa. Ante sus Potenciales escultóricos es imposible no pensar en Christo, el envolvedor por definición, aunque las diferencias entre ellos salten a la vista. Las intervenciones urbanas del brasileño carecen del carácter institucional que determinan las obras más ambiciosas de Christo; al contrario, gusta de la clandestinidad y de pasar relativamente inadvertido, y se enmarca en un tipo de acción artística que aspira menos a lo espectacular que a la llamada de atención sobre determinadas líneas, planos, volúmenes del entorno cotidiano y sobre nuestras relaciones, visuales y corporales, con los mismos.