Image: Kupka, la música de las esferas

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Exposiciones

Kupka, la música de las esferas

František Kupka

4 diciembre, 2009 01:00

Lignes animées, 1920-1933

Comisaria: Brigitte Léal. Patrocina: BBVA. Fundación Joan Miró. Parque de Montjuïc. Barcelona. Hasta el 24 de enero


Hasta el momento no se había dedicado en nuestro país ninguna gran exposición a František Kupka (1871-1957), por lo que la presentada ahora en la Fundación Miró pasa por ser la primera retrospectiva del pintor con voluntad de ofrecer una amplia panorámica de su trayectoria. Kupka ocupa un lugar referencial en la historia de las vanguardias, pues sus piezas de entre 1910 y 1911 le sitúan como uno de los pioneros de la abstracción. Un mérito que comparte con otros, como M.K. Ciurlionis, Kandinsky, Joseph Lacasse. Pues en la primeras décadas del siglo XX empiezan a florecer experiencias no figurativas que son síntoma de un proceso cultural más vasto que afecta al conjunto del arte europeo. Pero Kupka no merece sólo ser estudiado como un personaje clave en los orígenes y la formulación del lenguaje abstracto, sino también por el alcance de su propia obra comprometida siempre con la vanguardia. La exposición propone un recorrido que arranca de su etapa simbolista, pasa por sus primeras piezas no figurativas y describe el itinerario posterior del artista: las extrañas pero sugerentes formulaciones de los años veinte y treinta, su vinculación al grupo Abstraction-Création en la posguerra y sus últimas obras de los años cincuenta.

Sin embargo, el planteamiento de la muestra no deja de ser modesto. Se ha realizado simplemente con los fondos del Centre Pompidou que, aun siendo importantes, omiten piezas significativas que hubieran contribuido a explicar mejor el itinerario de Kupka.

Hoy la sensación que nos causa Kupka es de extrañeza, no sólo porque fue una personalidad independiente o difícil de encajar o porque no estamos familiarizados con el artista. Su extrañeza es equivalente a la que nos inspira Kandinsky, por ejemplo. No hace falta decir que, a estas alturas, estamos habituados a la abstracción y que, visualmente, los dos artistas son muy seductores. Otra cosa es su universo íntimo, sus motivaciones, su pensamiento que, escurridizo, no llegamos a definir.

Sabemos que Kupka practicó el espiritismo y las ciencias ocultas y que en un momento de su vida trabajó como médium. También que frecuentó clases de física, fisiología y biología en La Sorbona o que colaboró en círculos anarquistas. Todos estos aspectos están implícitos en su obra, pues en ella vislumbramos un poso esotérico y teosófico, pero también una dimensión filosófica y científica. Implicado con su tiempo, Kupka articula una síntesis en la que incorpora elementos como el futurismo, los rayos X, la música de las esferas, la vida microscópica, el maquinismo...

En la exposición se exhibe una fotografía muy significativa tomada en el estudio del artista pocos años antes de su muerte. En ella se observa a Kupka, anciano, que posa ante tres de sus pinturas. La primera, mostrada en el centro, consiste en un retrato realista de su esposa, muy al estilo del XIX. La segunda, La señora Kupka dentro de verticales, es una obra prácticamente abstracta, en la que aflora un halo fantasmal: el rostro apenas entrevisto de una mujer. Y la tercera es una pieza totalmente no figurativa. La fotografía expresa la idea de que Kupka, a lo largo de su trayectoria, pintó un único tema, como si toda su obra fuese las variaciones de una misma problemática… Falta precisarla, aunque acaso la poesía escapa a la conceptualización.