Image: Francesc Torres, lluvia seca

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Exposiciones

Francesc Torres, lluvia seca

Francesc Torres.

23 abril, 2010 02:00

Lluvia uniforme o más de una gota de agua, 1969-1996

Galería Elba Benítez. San Lorenzo, 11. Madrid. Hasta el 29 de mayo. De 30.000 a 150.000 E.

El artista vuelve a sus orígines

Francesc Torres (Barcelona, 1948) tenía 20 años cuando ideó Lluvia uniforme o más de una gota de agua. El Portapack se acababa de inventar y él no sabía de arte tecnológico más que lo oído en París, donde trabajó esos años, lo leído en alguna publicación técnica y lo visto en una muestra en el ICA de Londres. En esa época, ya metido de pleno en una militancia de izquierda entonces radical, mantenía su interés por la poesía objetual heredera de Joan Brossa a la vez que comenzaba a experimentar con la imposición de una voluntad artística sobre los elementos naturales, en sintonía con el arte povera. Y utilizaba la fotografía para documentar acciones en las que los fenómenos atmosféricos, luz y viento, eran los agentes que desarrollaban su idea germinal.

Para esta exposición, que forma parte del programa con el que Elba Benítez celebra su vigésimo aniversario, se ha producido como pieza única una de esas obras fotográficas, que sólo existía en negativo, Diagonal de arena borrada por la acción del viento (1970), una secuencia que plantea un diálogo entre geometría y acción natural. Pero la pieza estrella es sin duda Lluvia uniforme, datable "1969-1973-1996". La primera fecha corresponde a su concepción; sin medios para hacerla realidad, sólo pudo montarla de manera efímera en 1973, en Chicago, cuando el director de una escuela cercana a su casa le prestó un cámara de estudio, un magnetoscopio y unos monitores en blanco y negro. Ni siquiera hizo fotos. Finalmente, con la complicidad de Vicente Todolí, pudo realizarla en 1996 en el Centro del Carmen del IVAM. En un texto redactado con motivo de esa exposición, Torres describía así la pieza: "Consistía en crear una lluvia electrónica mediante la repetición de la caída de una sola gota de agua haciendo uso del feedback instantáneo y la repetición ad infinitum en tiempo real que ofrecía el medio. Pretendía que la pieza fuera con respecto a la lluvia real lo que Mondrian podía ser con respecto a la pintura: un fenómeno liberado del caos de la experiencia, algo que naturalizaba la tecnología en la misma medida en que artificializaba lo natural".

Curiosamente, la muestra de una edición reciente que Torres ha inaugurado casi al mismo tiempo en la Galería Ana Vilaseco de La Coruña se titula Tormenta. "Sangre/ Saliva/ Sudor/ Orina/ Lágrimas/ Esperma/ Hiel/ Somos agua/ Mírate al espejo/ Y verás una tormenta/ Intransferible". El propio artista insinúa que lluvia y tormenta son metáforas de algo esencialmente humano. El hecho de que la Lluvia uniforme sea provocada por un goteo que procede de una botella de suero abre un campo de interpretación que permite atribuir una dimensión curativa para la obra de arte. Es posible que esto no estuviera en la mente del artista, pero toda obra importante sobrepasa sus intenciones iniciales. Tampoco es deliberado que la separación en el suelo entre los pequeños monitores en los que se retransmite el goteo haga imposible que la mirada abarque más de uno a la vez, con lo cual es imposible verificar la sincronización de la "lluvia". Es la comprensión del mecanismo, que podemos conocer inmediatamente, a la entrada de la galería, la que da esa información, no los datos de la percepción. Los monitores muestran el momento en que la gota golpea la superficie, pero no su caída, de manera que el espectador siente de una manera instintiva la ausencia del agua. La lluvia seca.

Antes de las instalaciones célebres, de la dimensión escultórica y teatral, de la integración de formas artísticas y de discurso político, Francesc Torres invocaba los elementos.