En la calle con Helen Levitt
Helen Levitt. Lírica urbana. Fotografías 1936-1993
25 junio, 2010 02:00Helen Levitt: Nueva York, 1972
Es la primera antológica de Helen Levitt en nuestro país. Organizada por la Fundación ICO, la exposición reúne 140 imágenes de una de las grandes fotógrafas norteamericanas de la segunda mitad del siglo XX. Con un singular estilo documental y centrada básicamente en la vida urbana, las imágenes están realizadas entre 1936 y los primeros años 90.
La exposición comienza con una nutrida selección de las obras que le dieron fama inmediata, realizadas entre 1938 y 1948 en las calles de los barrios Spanish Harlem y Lower East Side, con una cámara Leica de visor lateral -que le permitía fotografiar a la gente sin que se percatasen de ello, y que le acompañaría toda su vida- y en la que recogía el comportamiento de los niños -sus juegos y travesuras, pero también sus malicias y crueldades-, en una época y unos lugares donde una inmensa mayoría pasaba el día en la calle. También, el de sus mayores, adultos y ancianos, en tomas que compaginan "el instante decisivo" de Cartier-Bresson con la voluntad pionera de documentar la pobreza y la marginación que insuflaron en la fotografía Walker Evans -con el que trabajó- y la antes citada Lange; en la pintura Ben Shan y en la narrativa su amigo y colaborador James Agee, ganador de un Pulitzer.
Mucho se ha escrito sobre los aspectos sociales y políticos de la obra de Levitt, algo que ella negó constantemente -"se ve lo que se ve" decía-, pero que, de modo inevitable, viene a la cabeza del espectador de este trabajo de antropóloga que reúne todos los vestigios de una cultura popular que sólo en aquellos años empezaba a ser atendida. Quizás la mejor expresión de su ideario esté en las palabras que Agee redactó para el principio de la impactante y conmovedora película In the street, 1948, que rodaron junto a Janice Loeb, y que se exhibe en la exposición: "Las calles de los barrios pobres de las ciudades son un teatro y un campo de batalla. Inconsciente y desapercibido, cada ser humano es allí un poeta, una máscara, un guerrero, un bailarín. Y con su arte inocente en medio del tumulto callejero, proyectan una imagen de la existencia humana".
Un segundo grupo de obras lo componen las fotografías que hizo en México -una excepción que creo única, pues desarrolló todo su trabajo en Nueva York- durante un viaje en 1941. Puede decirse que son hermanas gemelas de las neoyorquinas y revelan las distintas maneras de sobrevivir ante diferentes tipos de carencias.
El tercer gran conjunto de obras lo constituyen las diapositivas en color tomadas entre 1959 y 1993, en las que, si bien no hay cambios ni en el método seguido para obtenerlas ni en el resultado físico y visual entre éstas y las de los años cuarenta, sí los hay, profundos y significativos, en las conductas, el aspecto y los actos de sus protagonistas. Las mismas que las que diferencian el mundo roosveltiano de la era post-Reagan.
La exposición, comisariada por el también fotógrafo Jorge Ribalta, resulta completa y más que sugerente. La inclusión de la película y la proyección de diapositivas muestra los distintos modos de hacer de la artista. Sí expongo un lamento respecto al catálogo que, contando con excelentes textos de Alan Trachtenberg, Jean-François Chevrier y el propio Ribalta, no respeta el tamaño de algunos originales, siendo sus mínimas dimensiones un factor imprescindible para el sentimiento que despierta su contemplación, y ha suprimido los pies de foto, con lo que nos priva de informaciones que sí están en las cartelas de la muestra.