Image: Perejaume, punto crucial

Image: Perejaume, punto crucial

Exposiciones

Perejaume, punto crucial

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17 junio, 2011 02:00

Surar, 2009

Galería Soledad Lorenzo. Orfila, 5. Madrid. Hasta el 16 de julio. De 5.000 a 40.000 euros.

Esta exposición -tan reflexiva, ordenada e incitante- de escultura, vídeo, fotografía y dibujo realizados entre 2006 y 2011 por el artista y escritor Perejaume (Sant Pol de Mar, Barcelona, 1957), fija el punto crucial por el que atraviesa su proceso con relación a las tendencias actuales que exploran el papel de la representación en las artes visuales y en la literatura. La obra de Perejaume se centra en cuestionar los poderes y riesgos que entraña la actividad de trasladar, transcribir o interpretar la realidad del mundo a través de la palabra poética o de la imagen artística, las cuales vienen a ser palabras e imágenes movedizas, agitadas en la contradicción en que se oponen objetividad y subjetividad, lo visible y lo invisible, lenguaje y códigos… Así, desde la década de los noventa la labor creativa de Perejaume se ha negado a las imposiciones de las "artes del espectáculo" y se ha consagrado a despintar y desdibujar los iconos del arte, para devolverlos precisamente "al lugar de sus cosas", o sea, a la realidad más objetiva, subrayando la primacía determinante de la formidable acción creativa de la Naturaleza.

A partir de esa encrucijada, ¿qué función es la del arte? Esta exposición presenta, al respecto, dos obras especialmente reveladoras. Me refiero a dos propuestas nocturnales en que las imágenes son "únicamente" el reflejo de "una iluminación". Así, como avisa el título de uno de los dos vídeos, Feia foc davant la font per veure com la font resplendia (2011), el artista enciende una hoguera en la oscuridad de un paraje rústico no para crear un icono, sino para que sencillamente resplandezca y resuene en la noche la pura objetividad del chorro de agua de una fuente manando de la tierra.

Claro que…, junto a la belleza y la emoción que proyecta sobre nosotros la actuación natural, contemplamos y oímos asimismo la viveza e intensidad de la luz de la lumbre y el crepitar repetido, rápido y seco de las llamas de ese fuego en el aire. (Junto a la reflexión estética, encontramos también en esta obra un diálogo reavivado de los cuatro elementos originarios de la antigua filosofía griega). Y así también, por otra parte, cuando hojeamos -sobre un muro- las fotografías del álbum Ram (en papel lambda sobre dibond doble cara), que recoge vistas tenebrosas de la noche cerrada de un bosque, cuyos perfiles se recortan en la lámina plomiza del celaje, comprobamos de nuevo que Perejaume ha "limitado" su intervención estética a iluminar un solo árbol en cada fotografía. Las imágenes de estos árboles tan frondosos y altivos, resaltados fugazmente por la luz en medio de la tiniebla del bosque, se convierten en fantasmales y rememoran la iconografía mágica, onírica, de los "seres" indefinibles que cruzaban, erguidos, por los espacios grandiosos y vacilantes de las pinturas iniciales que Perejaume realizaba en los años setenta, presagiando este diálogo permanente entre reflexión filosófica y praxis artística, que vertebra y enriquece de forma incesante su trayectoria.