Un Baselitz disonante
Georg Baselitz
11 enero, 2013 01:00Der Wikinger, 2004-2005
Instalada en un nuevo espacio, la galería Pilar Serra presenta una selección de obra gráfica de Baselitz de los últimos seis años. Comprobamos que su espíritu rebelde y sus personajes del revés no han perdido un ápice de interés.
El rasgo más característico e importante de su obra es la inversión voluntaria de la figura que representa, humana preferentemente, aunque igual hace con sus orgullosas águilas germanas una acción que hace que todos sus cuadros parezcan colgados del revés. Comenzó a finales de los 70 y le llevó a afirmar esto: "Un objeto pintado al revés es apto para la pintura porque no es apto como objeto. Carezco de nociones sobre la solidez de la representación. No corrijo la exactitud de la representación. Mi relación con el objeto es arbitraria. La pintura es organizada metódicamente por una inversión agresiva y disonante de la ornamentación".
Sin duda, ese poner el mundo bocabajo conserva algo de la provocación que rodeó sus primeros pasos artísticos. Recordemos que en su primera exposición individual en la galería Werner & Katz de Múnich, dos de sus cuadros, La gran noche se jodió y Hombre desnudo, fueron confiscados por obscenidad. Pero, personalmente, de su trabajo me resulta mucho más atractivo lo que hay en él de recuperación histórica y crítica de un periodo oscurecido de la historia alemana, lo que justifica que el artista se volviese hacia un movimiento considerado "degenerado", el expresionismo.
Georg Baselitz lo hizo suyo para la configuración de una nueva mitología de héroes y símbolos destinados a reescribir una historia moderna de la sentimentalidad germana, para reflexionar sobre el arte.
De ahí que uno de los conjuntos más interesantes de la tercera exposición que le dedica Pilar Serra, ahora en una nueva sede, con obras realizadas en mayoría, en lo que va de siglo, que empezó en 2006, y que configuró la exposición Baselitz Remix, en la Pinacoteca Moderna de Múnich (todo es un eterno retorno) ese mismo año. Aquí, ese modo de trabajo caracteriza cuatro xilografías en colores variables y una tinta y acuarela sobre papel que retoman La gran noche... y la reelaboran de manera más liviana y sutil, quizás también más eléctrica que los cargados y densos lienzos que pintaba en los 70.
Destaca de la muestra, igualmente, la serie de tres aguafuertes titulados como sus colores dominantes (Azul, Violeta y Amarillo), que retoman el motivo del águila, llevándolo a una versión que diluye la figuración en lo abstracto del movimiento y el gesto. Para Baselitz, el grabado (y sus diferentes técnicas) es independiente de la pintura y coincidente en temática y motivos, siendo, también, autónomo respecto del dibujo.
Cabe apreciar en esta exposición en la galería Pilar Serra las diferencias entre el toque espeso y compacto cuándo se enfrenta al pastel y la acuarela, en la que prima una pincelada ancha y jugosa, o el sistema de chorreo y gesto cuándo lo hace a la tinta sobre papel, con la que cubre amplias superficies. Si lo hace sobre una misma plancha, como en el caso de los Big Nigth, o sobre planchas de obras individuales, como en Der Wikinger o en Morgens, la incisión busca siempre cierta clarificación de la forma.