Image: Richard Deacon, aires futuristas

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Exposiciones

Richard Deacon, aires futuristas

Richard Deacon

11 enero, 2013 01:00

Vista de la exposición

CAC. Alemania, s/n. Málaga. Hasta el 10 de marzo.

Es un 'british' clásico, escultor de peso, monumental y orgánico, de volúmenes y superficies inverosímiles. Richard Deacon presenta ahora en el CAC de Málaga muchos de los trabajos desarrollados en los últimos diez años. Merece mucho la pena, dice José María Parreño.

Richard Deacon (Bangor, 1949) pertenece a una generación de artistas que ha causado una importante renovación en la escultura británica de la segunda mitad del siglo XX, cosa nada fácil teniendo como inmediatos antecesores a figuras como Henry Moore o Barbara Hepworth. Sin embargo, Anish Kapoor, Tony Cragg y el propio Deacon, que se formaron en el Saint Martin School of Art de Londres, tienen más de un rasgo en común, si nos ponemos a comparar sus creaciones. El más destacado, a mi parecer, es el cuestionamiento del propio material, a partir de tratamientos que modifican sus comportamientos habituales. Por eso, ante muchas de sus obras, y también éstas, nos preguntamos de qué están hechas, cómo logran que madera, metal o grasa hagan eso. Materiales insólitos, industriales o postindustriales, en el sentido de que adquieren una segunda vida tras su ciclo productivo. Otro rasgo en común es la escala, muchas veces desmesurada para los objetos que sugieren representar, o la acumulación, también insensata. Todo lo anterior da a las obras de los tres un aire futurista, o perfectamente muy actual, porque a efectos de visualidad y espectacularidad, el futuro ya está aquí.

Dicho esto, debemos destacar que la presente exposición es una excelente introducción a la obra de Deacon (que obtuvo el Turner Prize en 1987), quizás de los tres artistas mencionados el menos conocido en España (recuerdo sólo una muestra, centrada en tres o cuatro piezas monumetales, en Artium de Vitoria en 2005). El del CAC es un recorrido a través de su obra de la última década: una treintena de esculturas, mucha de ellas inéditas, muy representativas de su poética.

En ellas se pone de manifiesto el virtuosismo del artista a través de la creación de volúmenes y superficies insólitas, el uso de la serialidad, así como su continua exploración de la relación entre el cuerpo y el espacio, interior y exterior, lo orgánico y lo estructural. Lo que más sorprenderá a quienes ya conozcan su obra será una conjunto de piezas más o menos metálicas, cuya consistencia es un juego más acerca de la realidad física de la obra. Otra peculiaridad es la presencia de varias piezas de pequeño formato, situadas incluso sobre pedestales. No es por tanto Deacon sólo valeroso ante lo grande sino también ante lo pequeño, con el resultado de producir un dilema entre la noción de escultura y la de objeto.

Además de las mencionadas estructuras geométricas que se extienden pegadas a las paredes, encontraremos un divertido surtido de formas: conglomerados de lo que parecen donuts, gigantescas virutas, bosquecillos de fideos o si se prefiere, puñados de arbolitos mecánicamente ordenados. Y, sin embargo, tal y como declara Fernando Francés, comisario de la exposición, el escultor sigue un hilo conductor que relaciona las formas sociales con las formas de sus obras. Es interesante el hecho de que además de la contundencia física de las piezas, el artista insista en introducir siempre una fuerte carga conceptual. Quizás tenga que ver con que es doctor en Literatura y durante largos años fue profesor en la Facultad de Bellas Artes de París, es decir, que se mueve con soltura en el ámbito de los significados y no sólo en el de los significantes. Lo revela la importancia que siempre ha concedido a los títulos. En esta exposición podemos encontrarnos con Nosotros Tres, Congregación y Tribu. Y es que como decía Francés, Deacon procura hacernos pensar en lo colectivo y lo social a través de formas.

Sin embargo, yo prefiero verlo en la perspectiva del amor británico por la naturaleza, concretado aquí en la madera, en la presencia en ese apretado país de la industria pesada... rasgos que quizás parezcan excesivamente biográficos, pero es que el tono del artista es siempre íntimo, a pesar de los tamaños. Sin duda, más de un poeta que de un constructor. Los artistas, lo quieran o no, siempre acaban tallando su propio retrato.