Yasumasa Morimura, un autor en busca de personaje
Yasumasa Morimura
16 enero, 2015 01:00Las Meninas renacen de noche IV: Peering at the secret scene behind the artist, 2013
La guerra había empezado. Era una noche de 1936. Los soldados estaban descolgando las pinturas para trasladarlas a Valencia y ponerlas a salvo. Las salas se iban vaciando. En muchas sólo quedaban las huellas de los marcos. Algunos de los personajes se escaparon de los cuadros y volvieron a vivir, de algún modo, su historia. El Siglo de Oro no estaba tan lejano y la Guerra de la Independencia no había quedado demasiado atrás. Estaban a las puertas, casi. Felipe IV y su bufón discutían, los majos de El entierro de la sardina de Goya bailaban una danza macabra, se volvían a oír los disparos de Los fusilamientos del 3 de mayo... Eran personajes que tenían ya un autor y encontraron a otro, a Rafael Alberti, que escribió esta Una noche de guerra en el Museo del Prado desde su exilio argentino. Era una obra que ponía en escena la historia que contenía el museo para hablar de otra que era actual. Los cuadros que cobran vida han sido un recurso habitual en la literatura, aunque siempre han tenido algo de siniestro, de fantasma que se aparece, de un pasado que se hace presente.Visitar el Prado de noche, sin nadie, casi a oscuras, es lo que tuvo que hacer Yasumasa Morimura (Osaka, 1951) para entender cómo eran sus Meninas. Había visto el lienzo de día, rodeado de turistas, y se había decepcionado. No obstante, era una obra que siempre le había fascinado desde que se transformara en la Infanta Margarita en ese juego de máscaras, de una y mil identidades, en el que se ha convertido ese proyecto, insistente, sobre el autorretrato, que comenzó a mediados de los 80. Sin embargo, quizás, se trate de autorretratos en los que se ha perdido, ha desaparecido, se ha desvanecido la propia identidad de tantas que se han adquirido, porque viendo toda su producción, uno podría llegar a preguntarse, ¿quién es Morimura?
Esa es, seguramente, una de las preguntas que se esconde en esta particular serie fotográfica (con mucho de obra de teatro) sobre este retrato de la familia de Felipe IV que pintó Velázquez y que ahora se presenta en la galería Juana de Aizpuru. Las Meninas es una pintura enigmática, de la que todavía no se han logrado desvelar los misterios que esconde, ni siquiera el de su composición espacial, que no termina de entenderse y multiplica como en un espejo sus posibles interpretaciones. Las Meninas es una, pero también son mil, tantas como espectadores, igual que no hay un sólo Morimura, sino muchos, tantos como autorretratos.
Sin embargo, esta vez, en esa búsqueda de sus Meninas, Morimura aparece sin maquillaje y fuera del estudio en el que construye sus escenografías y se pone los disfraces, mirando al cuadro en el museo. Ahora es Velázquez, la infanta Margarita, Nicolasillo, las damas de honor, el rey Felipe IV y la reina Margarita, pero también es Morimura como Morimura, poniéndose en el lugar de Velázquez o admirando el velázquez. Los personajes suben y bajan del cuadro, se colocan en su lugar y en el del que mira, igual que lo hace él, como uno más. Esta es seguramente la respuesta. Morimura no es el autor, sino un personaje más. Ya se sospechaba.