Sophie Calle, dolor exquisito
Modus Vivendi
10 abril, 2015 02:00Detalle de la serie Cuídese mucho, 2007
A Sophie Calle (París, 1953) se la califica de artista conceptual. ¿Será un conceptual blando? Cuando a principios de los años 80 su nombre empezó a sonar, se dijo de ella que aportaba una nueva manera de narrar las cosas, singular, diferente. Turbaba la frescura y originalidad de sus historias, en las que planteaba episodios de su propia vida como tema, entre fantasmas y ficciones. Sorprendían, también, sus juegos de vouyerismo, la construcción de situaciones a partir de un material documental... Alcanzó una notable proyección en los 80 y 90. En España, por ejemplo, presentó una gran exposición en 1997. Era un momento en que se descubría el arte contemporáneo, y Sophie Calle deslumbró: era moderna, fácil... Había un aspecto especialmente destacado: sus fotografías se acompañaban de textos o, mejor dicho, sus textos se asociaban a fotografías en una fecunda y extraña relación que no ha dejado de evolucionar con el tiempo, y que aparece de nuevo en las tres series que ahora la artista presenta en La Virreina.Les Aveugles (1986), una de las obras más difundidas de Sophie Calle, inicia el recorrido de la exposición, lo que es toda una declaración de principios. La misma artista explica que se dirigió a unas personas ciegas de nacimiento y les preguntó qué era para ellos la imagen de la belleza. La obra consiste en una serie de retratos de dichos ciegos que se acompañan de un texto con sus ideas de belleza y de una fotografía que representa esta descripción. Hay algo extraño y dramático en estos tres elementos en relación, el retrato, el texto y la representación fotográfica: en el momento en que entran en contacto, friccionan entre sí y estalla una tensión callada entre ellos. Sophie Calle habla aquí de una ausencia, de un deseo, de algo que se escapa entre el texto y la imagen, y que no conseguimos aprehender.
En una línea de continuidad, también se exhiben las series Last Seen (1991) o What Do You See? (2013), obras que se expresan en los mismos términos que la anterior: un vaivén entre ausencias y presencias. Sophie Calle explica que determinados objetos y pinturas fueron sustraídos del Museo Isabella Stewart Gardner de Boston, dejando vacíos el lugar o los marcos que ocupaban. Ella pidió a los conservadores, empleados o visitantes del museo que describieran las piezas desaparecidas. Esta serie consiste en una fotografía del lugar o marco vacío dejado por el objeto de arte completado por un minucioso texto que lo describe a partir de la memoria, pero también de la imaginación... Estas series prolongan de alguna manera la anterior: allí unos ciegos imaginaban una imagen; aquí los narradores tienen ojos, pero no ven, imaginan y recrean una pintura o un objeto de arte ausente.
El punto fuerte de la exposición es la serie titulada Cuídese mucho (2007), que de algún modo representa una continuidad y, al mismo tiempo, una reelaboración de la relación entre texto y imagen. El punto de partida es un correo electrónico en el que un amante comunica a Calle que la relación ha terminado, concluyendo con la frase de despedida "Cuídese mucho". A partir de ese email, Sophie Calle pidió a 107 mujeres que leyeran esta carta de desamor y la interpretaran. Llamó a actrices y cantantes famosas, pero también a mujeres anónimas, de profesiones y edades variadas (y un loro hembra que se come el papel).
Todas actúan, leen, traducen, reelaboran este texto... No sin ironía, y con la conciencia de que esta carta de despedida se convierte en una ficción en otras manos, todas estas mujeres interpretan y dramatizan el texto de despedida a la luz de su experiencia, de su profesión o de su propia visión de la historia. Pero la actitud es la misma que en anteriores series: no hay historia sin interpretación. En las primeras obras, el truco (la fábula, la dramatización) pasaba desapercibida. En Cuídese mucho se hace evidente. Son dos formas de contar.