Metamorfosis de Bernardí Roig
Bernardí Roig. Cuidado con la cabeza. Sala Alcalá 31
6 mayo, 2016 02:00Detalle de la serie Poet, 2014
La solapa del catálogo, uno de los dos volúmenes editados con motivo de esta exposición, informa de las muestras internacionales de Bernardí Roig (Palma de Mallorca, 1965) en museos, instituciones públicas y galerías, así como de los premios obtenidos a lo largo de su carrera. En el texto de presentación se citan como últimos hitos de ésta, el de ser el único artista español seleccionado para participar en el proyecto Intersections de la Phillips Collection de Washington D.C. y los 240.000 visitantes de su exposición en la Lonja de Palma de Mallorca, y se le define como "un artista que ha sido capaz de algo tan extraordinariamente difícil como conectar al tiempo con público y crítica, siendo fiel a sí mismo y a su estilo". Razones que justifican, afirma, que la Comunidad de Madrid "le debiera" una "relectura profunda de su trabajo". No creo que pese al despliegue y a los costes invertidos se haya cumplido ese propósito.Cuidado con la cabeza, conminatorio título que procede del azaroso encuentro de esa misma frase por artista y comisario, Fernando Castro Flórez, en un aparcamiento, y que ambos relacionan de inmediato con la frase de Thomas Bernhard -"En cada cabeza humana se encuentra la catástrofe humana que corresponde a esa cabeza"- es, a mi modo de ver, un intento no del todo conseguido de dar trascendencia estética y filosófica a lo que en realidad es un sistema de apropiación de obras e ideas de otros artistas y pensadores, mediante el que se generan, eso sí, con un dominio técnico excelente, especialmente del dibujo, esculturas, instalaciones, vídeo y fotografía claramente reconocibles por ciertas señas de identidad superficiales, el uso del blanco o del negro, el empleo constante de neones, la indagación en la figura humana... El tema monográfico que aborda el comisario es el de la metamorfosis, el de la transformación permanente de las cosas.
Detalle de la serie Poet, 2014
La exposición, por otra parte, se acerca a la contemporaneidad y cumple con algunas de sus reglas hoy sagradas. Así saca una de las piezas a la calle, oculta en un respiradero del Metro y únicamente visible por la noche, o instala un rótulo luminoso del título de la muestra en la fachada del edificio. El punto más espinoso de la posición de Roig es que sus ideas -El origen y el fin del mundo convertidos en una vulva sobre el muro de la que cuelga por un gancho una calavera plateada; dejarse crecer la barba y el pelo durante un año y publicar un libro de edición limitada con las 365 fotografías- están muy alejadas de la profundidad que exigirían sus predecesores en los mismos temas, Courbet, Bataille o Dan Flavin. Del mismo modo que no es necesario, como hace el comisario, citar en un texto medio pensamiento occidental como aval de sus afirmaciones sobre el artista.
En cualquier caso no deje de leer el breve relato-ensayo de Agustín Fernández Mallo en el catálogo, es lo más sugerente de toda esta fallida producción.