Vacaciones en el mar
Ciudad de vacaciones
23 junio, 2017 02:00Vista de sala
No es preciso preguntarse por qué los turistas prefieren ciertos destinos o por qué algunas ciudades se ponen de moda, pues el turismo y sus características son de sobra conocidos. Sabemos que este fenómeno contemporáneo que tiene sus antecedentes en el Grand Tour tiene un alto coste, que este edén fabricante de riqueza exige una importante factura en consumo de territorio, saturación de las vías públicas, incremento del coste de la vivienda, incluso en la transformación de hábitos y pérdida o reformulación de los imaginarios. Es una ofrenda que se consuma en nombre del bienestar colectivo y de un empleo en servicios al que ya se ponen límites.Desde esta perspectiva, el proyecto Ciudad de Vacaciones emprendido por Es Baluard lleva la visión antropológica a las artes visuales, con una doble selección de obras expresamente producidas para la muestra y préstamos específicos, como el emblemático trabajo de Miró para Turespaña. La dicotomía entre lo público y lo privado y el imaginario del mito turístico son los ejes sobre los que pivotan todas las obras, una selección de las cuales viajarán después al MACA de Alicante y al Arts Santa Mònica. El resultado es una instantánea colorista y agridulce que nos interroga desde la realidad de las imágenes.
Una amplia selección de carteles de promoción de aquellas idílicas Islas Baleares de los años cuarenta y postales de la Mallorca de los sesenta procedentes de archivos insulares explorados por Marina Planas recibe al visitante. La arqueología de la memoria y la del presente serán una constante de muchos trabajos, como la investigación sobre los cambios de Miami Beach de Ana A. Ochoa, la mirada etnográfica de Irene de Andrés sobre las discotecas de Ibiza o las citas extraídas de libros de viajes por Neus Marroig para narrar la evolución de la imagen turística de Palma. Un cariz más político imprime Daniel Gasol a ciertos símbolos mallorquines de identidad colectiva, igual que el reportaje turístico desde la marginalidad de Adrián Melis. Mientras la lectura de Ángel Marcos sobre la bahía de Palma tiene un acento prospectivo, el proyecto de Juan Aizpitarte evoca aspectos místicos del peregrinaje turístico. Las intervenciones de Left Hand Rotation llevan El Pueblo Español, una especie de museo al aire libre en Palma, a la propia ciudad, e Idensitat nos regala un curioso glosario de "espacios zombi".
A las imágenes de sol, mar y ocio -como las de Mélissa Epaminondi y Miguel Trillo-, se suma el bullicio alegre de terrazas, calles y lugares emblemáticos como las Ramblas de Barcelona retratadas por Massimo Vitali. Es la cara más amable de un proyecto que tiene en común la observación de los aspectos negativos y positivos derivados de las transformaciones urbanísticas, sociales, económicas o culturales consecuencia del boom turístico. Es éste un incansable tránsito de polos opuestos que no podía excluir el fenómeno del hotel y las dialécticas anfitrión/huésped o experiencia/souvenir, ni olvidar esos rascacielos que obturan la visión del mar, los gigantescos cruceros que expulsan riadas de visitantes a los centros históricos o los resorts especializados que fotografía Xisco Bonnín.
Tiene razón Marc Augé al hablar del cambio de escala que se ha producido en este planeta "encogido" por la "anulación de las distancias" que ofrecen los transportes aéreos, permitiendo a cualquier ciudadano mantener su personal idilio con esos centros de peregrinaje que son las ciudades turísticas y decir "yo estuve ahí", llevándose en un simple teléfono móvil sus propias imágenes de esa experiencia que son, finalmente, las vacaciones.