Un laberinto de artistas
No habrá nunca una puerta. Estás dentro. Obras de la Coleçao Teixeira de Freitas
8 marzo, 2019 01:00Damián Ortega: Miracolo italiano, 2005
Hace ya una década que la Fundación Banco Santander se comprometió a mostrar una vez al año -coincidiendo con ARCOmadrid- una colección privada. Propósito que pone en valor la importancia de la iniciativa individual para el respaldo del arte y que no deja de ser un incentivo para eventuales nuevos coleccionistas. Procedentes de puntos geoculturales distantes y variados, hemos asistido también a muy diversas opciones a la hora de afrontar el coleccionismo: desde proyectos museísticos a gran escala con una finalidad sociopolítica e incluso patriótica -como la Qatar Authority Museums-, hasta propuestas muy ligadas a la biografía de los coleccionistas y a su disfrute diario, por ejemplo la británica Cranford Collection. Hay tantas posibilidades como coleccionistas.Este año, el brasileño Luiz Augusto Teixeira de Freitas, abogado residente en Lisboa y Patrono Fundador de la Fundación Museo Reina Sofía desde 2012, ha preferido dejarlo claro desde el principio: "lo importante son los artistas". Su "aburrida" vida cambió cuando, a finales de los años noventa, comenzó a comprar arte junto a su mujer ya fallecida, María Beatriz Quintella. Calcula que durante algunos años, ayudados por Adriano Pedrosa, el promedio fue de una obra al día. En los últimos tiempos, ya de la mano de su hija Luiza, formada como curator y comisaria de esta exposición, la colección ha derivado hacia el papel y los libros de artista: acariciando el auténtico lujo de emplear tiempo ante los volúmenes, frente a aquella euforia adquisitiva con centenares de obras guardadas en cajas custodiadas en depósitos, algunas viajeras, disponibles para préstamos en exposiciones sin pretensión de consolidar una exhibición permanente.La exposición ofrece obras inolvidables, algunas muy raras de ver, y salta al aire libre con esculturas de Damián Ortega
Abraham Cruzvillegas: Horizontes, 2005
En la sala, algunas grandes instalaciones dan aire a un amplio recorrido en el que destaca la preocupación recurrente por la relación entre arte y arquitectura. La noción de laberinto que "no tiene ni anverso ni reverso ni externo muro ni secreto centro", como decía Borges, es patente y agobiante en la inmersión de la instalación de pasillos de Monika Sosnowska, que abre a múltiples interrogantes, como el cajón de embalaje de basto pino cerrado con clavos de oro de Cildo Meireles. Espejos que incentivan la perplejidad: como el políptico con doce de AA Bronson y la ventana Para dentro de Nuno Sousa Vieira. Juego de ventanas entreabiertas transformadas en planos de luz, en fotografías de Luisa Lambri tomadas en la Casa Barragán. Y construcciones suspendidas y precarias, como la gran pieza de Pedro Cabrita Reis, que da paso a un pequeño excursus, desigual pero en todo caso chocante junto a la colección de monedas del Banco Santander, sobre dinero, mercado y poder, con el esperable esquema de Mark Lombardi e instalaciones del colombiano Mateo López, con veinte mil monedas de chocolate doradas, Moneda Panamericana, 2010; y el colchón de aire con un tapizado de dólares del brasileño Franklin Cassaro. En contraste con los trapos raídos y el elegante y austero libro de tela de Geta Bratescu.
Una colección apasionada y al día que también respalda a artistas aún emergentes, como Amalia Pica, Becky Suss o Belén Uriel.
@_rociodelavilla