Cada cierto tiempo aparece algún director de cine, en el cien por cien de los casos alguien a quien no le ha ido muy bien (o fatal) comercialmente, para denunciar que el cine español está subvencionado al "cien por cien" debido a que los productores hacen trampa sistemáticamente. Famoso es el caso de Hernán Migoya, que ante el fracaso estrepitoso de su única película (un amigo me contó que en el estreno en Sitges era un poema ver cómo todo el mundo lo evitaba al terminar la proyección) se dedicó a hacer ruido denunciando en los medios a los mismos que habían pagado el despropósito. Después le tocó el turno a José Luis Alemán, quien después de promocionar de forma absurda su trilogía La herencia Valdemar con el argumento de no haber recibido ninguna subvención se dedicó a despotricar contra el "sistema", cosa que no duden que no hubiera hecho si hubiera arrasado en taquilla. Por cierto, que una película no esté subvencionada puede ser digno de elogio por la valentía o la audacia de sus productores para levantarla, pero no dice absolutamente nada sobre si la película es buena o es mala, que al final es lo único importante.



Ahora le toca el turno a Tinieblas González. González, como su propio nombre indica, es un viejo conocido del lugar gracias a sus cortos de inspiración gótica, estética que él mismo ha hecho propia. Su primera, y única, película, Alma sin dueño, tela marinera, permanece inédita, según él debido a oscurantistas procesos que impidieron su estreno ya que a su productora le salía más rentable no estrenarla que hacerlo, con el consiguiente gasto que eso supone en copias, publicidad y promoción. El director tiene bastante razón en algunas cosas y ninguna en muchas otras ni en el tono en el que ha hecho su denuncia. En primer lugar, si la película fuera tan buena (hay un trailer en YouTube muy poco memorable) que nadie dude que la película se hubiera estrenado, no está el panorama como para que distribuidoras y exhibidoras (que están obligadas a estrenar cine español) dejen correr obras maestras (o incluso películas correctas) así como así. En segundo, animar a los espectadores a que "no paguen un duro" por cine español ya que ya lo han pagado de antemano, es infame y es mentira. Se hacen muchísimas películas gracias al coraje de directores, actores, productores y técnicos que solventan la falta de presupuesto a base de pasión y arriesgando y mucho.



Lo que sí es rigurosamente cierto es que las productoras hinchan los presupuestos para que la subvención cubra un mayor porcentaje del dinero gastado. Es algo que debería controlarse de forma más rigurosa. Hace poco, veíamos el caso escandaloso de Salomon Shang, quintaesencia del productor tramposo y marrullero. Dice González que "alguien debería preguntarse por qué se hacen tantas películas que no se estrenan". Hay varias respuestas. Una, porque muchas salen mal y eso sucede en todas las industrias, no todos los productos funcionan y hay un margen de error que debe ser admitido. El fracaso forma parte del éxito y, de hecho, España siempre ha sido un país demasiado cruel con los errores, al contrario que en Estados Unidos donde se entiende mejor que los empresarios se equivoquen y se les dan más oportunidades. Además, hay un problema obvio de sobreproducción pero aquí está la paradoja del asunto, en cuanto el Ministerio intenta limitar el número de títulos subvencionados, entonces los Tinieblas y etc. de turno saltan a la palestra para denunciar que se quiere "limitar la creatividad" con lo cual no hay quien se aclare.



Hace unos años, el nunca bien ponderado Guardans intentó poner un poco de orden en este gallinero y el resultado fue que le cayeron palos por todos lados. El nuevo director del ICAA, Carlos Cuadros, es el anti Guardans en lo que tiene de bueno (la prudencia) y de malo, la voluntad decidida de poner fin a determinados atropellos. Sin duda, González lo ha pasado muy mal con su primera película y es terrible que no pueda ni verla o como él mismo indica que figure como estrenada cuando se le adjudica una recaudación absurda de 92 euros, ni las peores películas ganan tan poco. También sería de agradecer que hubiera acompañado su elegía de una cierta autocrítica (por ejemplo, es ridículo en el trailer que los guardas de seguridad con pinta de españoles hablen en inglés o le peguen una paliza a unos chavales grafiteros) o no confundir su caso personal con el de todos. Si algo aprendimos con Guardans fue que las formas son tan importantes como el contenido, y mientras unos fallan en una cosa, los otros en la otra. Y sí, deberían hacerse menos películas, empezando, quizá, por esa Alma sin dueño que no ha tenido ni dueño ni público. Por cierto, tampoco fuera de España, donde a buen seguro intentaron venderla.