Mientras el sector del cine español aguanta la respiración hasta conocer los presupuestos y que la maquinaria de TVE vuelva a ponerse en marcha, desde el ICAA llegan señales confusas. El ministro, señor Wert, ha dicho por activa y por pasiva cosas como que hay que "reinventar" la financiación del cine o que hay que terminar con la cultura de la subvención. La sombra del famoso "mecenazgo" y el convencimiento más o menos generalizado de que su éxito será escaso planea en el horizonte cercano.



Con este panorama, el ICAA ha lanzado hoy un comunicado valorando las virtudes de un borrador de la Unión Europea, Comunicación Cine 2012, que sirve como declaración de intenciones para un futuro marco que regule la política de subvenciones al cine en la Unión. Y no deja de ser curioso esa valoración positiva del ente que preside Susana de la Sierra ya que el borrador está mucho más cerca de la ortodoxia de lo que han sugerido el ministro y secretario de Estado. Por decirlo a la manera de este último, Lassalle, lo que la Comisión Europea señala está más cerca de Malraux que del modelo anglosajón superprivado.



La Comisión reconoce, por ejemplo, la necesidad de seguir ayudando con fondos públicos al cine. Si bien es cierto que señala la vía de los incentivos fiscales, que es la preferida del nuevo Gobierno, también queda claro que los Estados miembros quedan obligados a ayudar a la cinematografía. Ello indica que, contra el criterio de los más pesimistas, que los hay y muchos, no pinta que el Gobierno de Rajoy vaya a cargarse de un plumazo todo el entramado financiero del cine español de un día para otro.



El informe de la Comisión avanza en buenas direcciones. Por ejemplo, pone de manifiesto la importancia de ayudar no solo a la producción, también a la distribución y promoción del cine. No tiene sentido hacer películas que no se van a poder ver o que se estrenan sin ninguna publicidad porque entonces es como si no existieran. La promoción, a todos los efectos, es un gasto tan importante como los eléctricos y es importante que se comience a calibrar de esta manera.



Otros elementos del documento. Al ICAA le ha gustado que se incida en la característica dual del cine como cine pero sobre todo como industria. No es una cuestión de ser de derechas o de izquierdas, la existencia de una verdadera industria es el fin lógico de cualquier política cultural. El informe, en cualquier caso, no es más que un borrador que tiene un período de consulta hasta el 14 de junio de este año, momento a partir del cual se redactará el texto definitivo y habrá una ley vinculante. Esa ley puede ser una cortapisa si los planes del Gobierno son liberalizar el sector.



En este contexto, el speech de Susana de la Sierra hace un par de semanas en un acto organizado por la Fapae abundó en este misma estrategia basada en aquello de una de cal y otra de arena. Por una parte, dijo que habrá dinero suficiente para poder pagar las deudas ya que es un "compromiso político". Sierra se refería a las amortizaciones, o sea, a los pagos a posteriori del estreno en función de la taquilla. Al mismo tiempo, señaló que se apoyarán menos películas. Yo siempre he defendido que se hagan menos películas pero no porque se destine menos dinero sino para que se cuiden más las que se hacen. Desde luego, no me refería a esto.



Es curioso, hace cuatro años todo el mundo peleándose a costa de los reglamentos de Guardans y hoy aquello parece que no importa nada y nunca llegó a aplicarse en su plenitud. Mis blogs de aquellos tiempos parecen de otra galaxia. ¿Alguien se acuerda de la polémica de la Ley del Cine? Es curioso como con la crisis, lo que antes a muchos les parecía malo, hoy sería la gloria.