Vivien Leigh vista por Alejandro Mogollo con la pamela amarilla de Scarlett O'Hara en 'Lo que el viento se llevó'. © Alejandro Mogollo

Vivien Leigh vista por Alejandro Mogollo con la pamela amarilla de Scarlett O'Hara en 'Lo que el viento se llevó'. © Alejandro Mogollo

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Todas las caras de Vivien Leigh en los dibujos de Alejandro Mogollo

Desde la joven Scarlett de 'Lo que el viento se llevó' a la Blanche Dubois de 'Un tranvía llamado Deseo', el ilustrador refleja todas las facetas de una estrella que aún nos ilumina.

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El azar -bendito azar- quiso que me topara con los dibujos de Alejandro Mogollo. Una de mis aficiones preferidas es buscar en internet imagen de Vivien Leigh, una actriz tan hermosa como intensa. Vivien nunca quiso ser una estrella, pues Hollywood le parecía un desierto cultural y solo se sentía cómoda sobre un escenario de teatro, pero su interpretación de Scarlett O'Hara en Lo que el viento se llevó la convirtió en un astro que no ha dejado de deslumbrarnos desde 1939, cuando se estrenó en Atlanta la adaptación cinematográfica de la famosa novela de Margaret Mitchell. Vivien acudió al evento con una pamela, un abrigo de visión y un ramo de flores.

Alejandro Mogollo ha realizado un hermoso dibujo que recrea esa ocasión. Vivien saluda con la mano derecha y sonríe. Sus manos están ocultas por unos elegantes guantes negros. La actriz inglesa se avergonzaba de sus manos, que consideraba demasiado grandes para su físico menudo (apenas un metro sesenta, quizá algo menos), y solía disimular su tamaño con guantes o joyas.

Mogollo destaca su melena y sus ojos verdes, el complemento perfecto a un rostro delicado y minuciosamente simétrico. La nariz de Vivien era respingona, pero eso no le restaba belleza. Al revés, introducía en su rostro ligereza, encanto y cierta desinhibición que no llegaba al descaro, pues su elegancia neutralizaba cualquier atisbo de vulgaridad. El dibujo de Mogollo recrea todo el glamur del Hollywood clásico. Al igual que yo, el dibujante se enamoró de esa época dorada gracias a sus padres, dos cinéfilos con un gusto refinado y una notable erudición.

Vivien Leigh en el estreno de 'Lo que el viento se llevó'. © Alejandro Mogollo

Vivien Leigh en el estreno de 'Lo que el viento se llevó'. © Alejandro Mogollo

Desconozco la edad de Mogollo, pero todo sugiere que pertenecemos a la misma generación. De hecho, comenta que descubrió el cine clásico en un televisor en blanco y negro. Yo también vi por primera vez a Vivien Leigh en un monitor de esas características. Su escaso tamaño y la ausencia de color no fue obstáculo para mi fervor, una llama que comenzó a crepitar muy temprano y que sigue encendida, alimentándose de nostalgia y del saludable ejercicio de la repetición. No podría decir cuántas veces he visto Lo que el viento se llevó, pero estoy seguro de que superan el medio centenar y nunca he experimentado fatiga o tedio.

Mogollo vuelve a dibujar a Vivien Leigh con una pamela, pero ya no se trata del sombrero que exhibió en el polémico estreno en Atlanta, oscurecido por la discriminación racial, sino de la pamela amarilla que luce Scarlett en su primera visita a Los Doce Robles, la hacienda de la familia Wilkes.

Vivien gira la cabeza, con un gesto similar al que realiza ante Mammy (la fabulosa Hattie McDaniel), pero en su rostro no hay despecho, sino una astucia disfrazada de inocencia. Sus ojos verdes conjuntan con el vestido blanco de volantes con adornos florales y la cinta que sujeta la pamela.

En el dibujo se aprecia el poder de seducción de una joven que aún no había abandonado la adolescencia y que todavía no había conocido el horror de la guerra. Su cuello de cisne y su melena castaña evocan a la Venus de Botticelli.

Vivien se molestaba cuando alguien ensalzaba su belleza, pues deseaba ser valorada como actriz. Es comprensible. Poseía un gran talento interpretativo, pero, además, su rostro es uno de los más perfectos de la historia de Hollywood. Su atractivo no eclipsaba su talento.

La constelación de matices que lograba expresar es tan vasta como las inflexiones de su voz. Aunque algo débil y a veces demasiado aguda, la voz de Vivien era capaz de reflejar emociones tan opuestas como la determinación, el coraje, el miedo, la vulnerabilidad, el deseo o el desencanto. Quizás no posee la vasta paleta de Laurence Olivier, pero sus pinceladas son arrebatadoras.

Vivien Leigh en el papel de Myra Lester, la bailarina que protagoniza 'El puente de Waterloo'. © Alejandro Mogollo

Vivien Leigh en el papel de Myra Lester, la bailarina que protagoniza 'El puente de Waterloo'. © Alejandro Mogollo

Alejandro Mogollo recrea en dos dibujos la trágica historia de Myra Lester, la bailarina que protagoniza El puente de Waterloo (Mervyn LeRoy, 1940). En el primer dibujo, Myra sonríe bajo un paraguas. Con un sombrero verde y una gabardina del mismo color, transmite inocencia, ingenuidad y alegría.

Con un pañuelo lila anudado a un cuello esbelto, una melena negra y una sonrisa, posa bajo la lluvia. No hay ningún indicio de tragedia. El mundo sonríe a un joven hermosa y encantadora. Su mirada resulta particularmente luminosa. Los ojos verdes aportan una nota de claridad sobre un fondo nublado, con enormes gotas corriendo por un cielo gris azulado.

En el segundo dibujo, Myra ya no es la misma mujer. Cree que ha perdido a Roy, el capitán del cuerpo de fusileros de Wrentwood al que amaba. Un periódico ha anunciado su baja en el frente y la necesidad de sobrevivir la ha obligado a prostituirse. Con una boina negra, los ojos muy maquillados, un vestido verde escotado, unos guantes blancos y un pequeño bolso negro, su mirada expresa la dureza de su oficio.

No se ha corrompido, pero ha descubierto el carácter despiadado del mundo. Ya no es una bailarina cortejada por un apuesto oficial, sino una mujer que sobrevive de mala manera. No ha perdido la dignidad, pero ha sufrido la indignidad de los hombres que pagan por compartir el lecho con ella. Su figura esbelta y sensual se recorta contra el Big Ben y el Puente de Westminster, sumidos en una niebla azul que parece presagiar el dramático fin de Myra, una flor de otro mundo.

Vivien Leigh / Myra Lester en otra escena de 'El puente de Waterloo'. © Alejandro Mogollo

Vivien Leigh / Myra Lester en otra escena de 'El puente de Waterloo'. © Alejandro Mogollo

Once años después, Vivien Leigh interpretó a Blanche Dubois en Un tranvía llamado Deseo. Elia Kazan, que dirigió la película, no confiaba en su talento, pero después de trabajar con ella, alabó su entrega y su profunda comprensión del personaje. En esas fechas, la belleza de Vivien comenzaba a marchitarse por culpa de la tuberculosis, el tabaco, el alcohol y el sufrimiento psíquico.

Alejandro Mogollo nos muestra su rostro iluminado, quizás por el farolillo con el que Blanche cubre la bombilla desnuda del sórdido apartamento de su hermana Stella, con un gesto de ensoñación subrayado por una frase que expresa su temperamento soñador: “No me interesa la realidad. Yo quiero magia”. Alejandro Mogollo utiliza un solo color para retratar a Blanche: el azul. No es un azul uniforme, sino un azul que transita de la palidez a la oscuridad, creando una poderosa gama de contrastes.

Vivien Leigh como Blanche Dubois en 'Un tranvía llamado Deseo'. © Alejandro Mogollo

Vivien Leigh como Blanche Dubois en 'Un tranvía llamado Deseo'. © Alejandro Mogollo

Los ojos de Vivien ya no aparecen en verde, sino con un velo azul grisáceo. A pesar de que ya no es joven, la belleza no se ha esfumado, pero ya no es sinónimo de frescura, sino de una madurez marcada por el dolor.

Mogollo logra captar el desamparo de Blanche, una mujer condenada a un final terrible. La amabilidad de los extraños nunca podrá sustituir el afecto de los seres queridos. El dibujo parece un sueño, una fantasía onírica sin un ápice de artificio.

Alejandro Mogollo acaba de publicar Leading Ladies (Notorius), una obra que recopila algunos de sus mejores dibujos. Por supuesto, no falta Vivien Leigh. Uno de los dibujos es el ya comentado de Myra convertida en prostituta. El otro procede de Lo que el viento se llevó. Es la faz más terrorífica de Scarlett.

Rhett la ha forzado a acudir al cumpleaños de Melania (Olivia de Havilland), después de haber sido descubierta en los brazos de Ashley (Leslie Howard). Con un traje rojo de terciopelo francés burdeos, decorado con rubíes y plumas de avestruz, su rostro no desprende aflicción o vergüenza. En su mirada solo hay desdén, orgullo y rabia. No parece una dama, sino una cortesana.

Vivien Leigh como Scarlett O'Hara en uno de los dibujos de Alejandro Mogollo publicados en 'Leading Ladies' (Notorius). © Alejandro Mogollo

Vivien Leigh como Scarlett O'Hara en uno de los dibujos de Alejandro Mogollo publicados en 'Leading Ladies' (Notorius). © Alejandro Mogollo

Vivien Leigh poseía un carácter fuerte. Según algunos, su temperamento se correspondía más con el de un hombre que con el de una mujer. Hay cierto tufillo machista en este comentario, pues una mujer no tiene por qué ser débil, tímida o sumisa. Vivien sabía lo que quería y no se dejaba manipular por nadie. Si tomaba una decisión, nada la desviaba de su camino. Y cuando hablaba, solía emplear expresiones de notable crudeza, como “esto es jodidamente inaguantable”.

Alejandro Mogollo ha sabido captar todas las facetas de Vivien. Sus dibujos son jodidamente hermosos. Todo el que ame a las grandes damas del Hollywood dorado disfrutarán con Leading Ladies y todos los que amamos a Vivien Leigh celebramos que Mogollo haya explorado sus distintas facetas, mostrándonos sucesivamente su belleza, misterio, fuerza y vulnerabilidad.

Scarlett O'Hara y Blanche Dubois no son simples personajes, sino mitos modernos. Y no habrían adquirido esa dimensión sin el gran talento de Vivien Leigh, una estrella fugaz (murió con solo 53 años y únicamente participó en 19 películas) cuya luz aún continúa encendiendo sueños. Y así será durante mucho tiempo, pues los astros de celuloide no soportan los estragos del tiempo mientras alguien se conmueva con su fulgor.